sábado, 3 de octubre de 2015

Jeff the killer














"Muchos son los que han visto esta imagen, sobre todo porque la uso en mis videos, sin embargo, nadie conoce la verdadera historia detrás de ella.


En YouTube encontrarán muchos videos que cuentan su supuesta historia, videos en los que se limitan a decir que el sujeto de la imagen se llamaba Jeff, un chico que sufría de bullying en la escuela y que por eso se dedicaba a matar a los que se burlaban de él, y que un día mientras transportaba un contenedor de ácido se tropezó y éste le cayó encima, deformando su rostro hasta dejarlo como el horrible ser que ahora están mirando en su pantalla.


Eso es mentira.


Ahora les contaré la verdadera historia, que hasta ahora nadie se había tomado la molestia de traducir al español de una forma decente."


Extraído de un diario local:



Siniestro asesino aún se encuentra prófugo.


Después de semanas de asesinatos inexplicables, el desconocido asesino todavía ronda por éste lugar. Después de las pocas pruebas que se han encontrado, una joven afirma que sobrevivió a uno de los ataques del asesino y con valentía cuenta su historia.


"Tuve un mal sueño y me desperté en medio de la noche", dice la joven: "Vi que por alguna razón la ventana estaba abierta, aunque recuerdo que la cerré antes de irme a la cama.


Me levanté y la cerré una vez más. Después, simplemente me metí debajo de las sábanas, y traté de volver a dormir. Fue entonces cuando tuve una sensación extraña, como si alguien me estuviera observando. Miré hacia arriba, y casi salto de la cama. Ahí, en el pequeño rayo de luz que iluminaba de entre las cortinas, había un par de ojos.






No eran unos ojos normales; eran unos ojos oscuros y siniestros, estaban bordeados de negro y, simplemente me aterrorizó. En ese momento vi su boca. Una sonrisa larga, tan horrenda que hizo que todos los pelos del cuerpo se me erizaran.


La figura se quedó allí, mirándome. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, lo dijo. Una simple frase, pero dicho de una manera que sólo un loco podía hacerlo, me dijo:


Ve a dormir.





Se me escapó un grito, eso hizo que sacará un cuchillo. Su objetivo era mi corazón, saltó encima de mi cama pero yo me defendí. Le di una patada, el me golpeó, me sujetó y trató de tocarme. Fue entonces cuando mi padre entró, El hombre le encajó el cuchillo, que entró en el hombro de mi padre. El hombre probablemente habría acabado con él, si uno de los vecinos no hubiera alertado a la policía.






"La policía se dirigió hacia el estacionamiento y corrió hacia la puerta. El hombre se volteó y corrió por el pasillo. Escuché un ruido, como si se hubiera roto un cristal. Cuando salí de mi cuarto, vi que la ventana que estaba apuntando hacia la parte posterior de mi casa se había roto. Miré únicamente para verlo desaparecer en la distancia. Te puedo asegurar una cosa, nunca olvidaré esa cara, aquellos ojos fríos y esa sonrisa psicótica, nunca saldrán de mi cabeza. "


La policía todavía está en la búsqueda de este hombre. Si ve a alguien que encaja en la descripción de esta historia, por favor póngase en contacto con su departamento de policía local.


"Bueno, ya sabes que es lo que hace Jeff, pero… ¿por qué lo hace? para saberlo, tendremos que retroceder un poco más en el pasado."


Jeff "El Origen":



Jeff y su familia acababan de mudarse a un nuevo vecindario. Su padre había conseguido un ascenso en el trabajo, y pensaron que sería mejor vivir en una de esas casas de "fantasía".


Sin embargo, Jeff y su hermano Liu no podían quejarse. Mientras desempacaban uno de sus vecinos, pasó por allí.


"Hola", ella dijo: "Soy Bárbara, vivo al otro lado de la calle, sólo quería presentarme a mí y a mi hijo", se da la vuelta y llama a su hijo.
"Billy, estos son nuestros nuevos vecinos"
Billy dijo hola y corrió de nuevo a jugar en su patio.


“Bueno”, dijo la madre de Jeff, "Yo soy Margaret, este es mi marido Peter, y mis dos hijos, Jeff y Liu." Cada uno de ellos se presentó, y luego bárbara los invitó al cumpleaños de su hijo. Jeff y su hermano intentaron protestar, pero su madre le dijo a Bárbara que les encantaría. Cuando Bárbara por fin se fue Jeff le preguntó a su madre.


“Mamá, ¿por qué nos invitan a una fiesta infantil? Por si no lo ha notado, ya no soy más un niño.”



"Jeff", dice su madre: "Nos acabamos de mudar aquí, debemos demostrar que queremos pasar tiempo con nuestros vecinos, ahora vamos a esa fiesta y eso es definitivo". Jeff intenta protestar, pero se detiene, sabiendo que él no puede hacer nada. Siempre que su mamá dice algo, es definitivo. Jeff va a su cuarto y se deja caer sobre su cama. Él se acuesta allí mirando a su techo cuando de pronto, tiene una extraña sensación. No es tanto un dolor pero… es una sensación extraña. Él lo ignora y lo confunde con sólo un sentimiento al azar.


Al día siguiente, Jeff camina por las escaleras para desayunar y se prepara para la escuela. Mientras estaba sentado allí, comiendo su desayuno, una vez más tiene esa sensación. Esta vez fue más fuerte, le dio un dolor, como un leve tirón, pero una vez más, lo ignoró. Él y Liu terminaron su desayuno, se dirigieron hasta la parada de autobús. Se quedaron esperando el autobús y luego, de repente, un chico en una patineta salta sobre ellos, a sólo unos centímetros por encima de sus rodillas. Ambos saltan por la sorpresa. "¡Hey! ¿Qué diablos?"






El chico se cayó y se volteó hacia ellos. Pateó la patineta y la cogió con sus manos. El chico parece estar cerca de doce, un año menor que Jeff. Lleva una camisa de Aeropostal y pantalones vaqueros azules algo rasgados.


"Bien, bien, bien. Parece que tenemos un poco de carne nueva." De repente, aparecen otros dos chicos. Uno de ellos es súper delgado y el otro es enorme. "Bueno, ya que son nuevos aquí, me gustaría presentarnos, el de ahí es Keith y él es Troy.


"Y yo" dice el chico, soy Randy. Ahora, para todos los niños en este barrio hay un pequeño precio para el pasaje, si es que me entienden. Liu se pone de pie, listo para golpear al chico, cuando sus dos amigos tiran un cuchillo hacia él. "Yo esperaba que fueran más cooperativos, pero parece que tenemos que hacerlo de la manera difícil." El chico se acerca a Liu, y toma la billetera de su bolsillo, Jeff tiene esa sensación de nuevo, ahora, es verdaderamente fuerte, una sensación de ardor, se pone de pie pero Liu le hace gestos para que vuelva a sentarse, Jeff lo ignora y se acerca a los chicos.


"Escúchame bien pequeño punk, devuélvele la billetera a mi hermano o de otra forma…"


Randy pone la billetera en su bolsillo y saca el cuchillo.






"¿Ah sí? ¿Y qué vas a hacer?" dice Randy con una voz burlesca, mientras pasa el cuchillo frente la cara de Jeff, Jeff en un movimiento rápido toma la muñeca de Randy y se la rompe, Randy soltó un terrible grito y Jeff tomó el cuchillo de su mano. Troy y Keith se asustaron y trataron de huir, pero Jeff es demasiado rápido. Lanza a Randy al suelo y arremete contra Keith, lo apuñala en el brazo. Keith se quita el cuchillo y lo deja caer al piso, Keith cae al suelo gritando. Troy corre, pero Jeff logra alcanzarlo, no necesita ni siquiera el cuchillo. Él sólo le dio de golpes a Troy directamente en el estómago con toda su fuerza. A medida que cae, troy vomita todo. Liu no puede hacer nada sino mirar con asombro a Jeff.


"Jeff, ¿cómo?", eso es todo lo que Liu dice. Ellos ven el autobús que viene y saben que serán culpados por todo el asunto. Así que empiezan a correr tan rápido como les es posible. Mientras corren, miran hacia atrás y logran ver al conductor del autobús corriendo hacia Randy y los otros. Cuando Jeff y Liu llegaron a la escuela, no se atrevieron a contar lo que pasó. Todo lo que hacen es sentarse y escuchar. Liu pensó que su hermano sólo había golpeado a unos cuantos chicos, pero Jeff sabía que era algo más. Era algo aterrador, la sensación de ser poderoso, la necesidad de, lastimar a alguien.






No le gustaba cómo sonaba, pero no pudo evitar sentirse feliz. Sentía que esa extraña sensación desaparecía, y se mantuvo alejada durante todo el día.
Cuando llegó a casa sus padres le preguntaron cómo fue su día, a lo que Jeff respondió con una voz un tanto desanimada: "Fue un día maravilloso."


A la mañana siguiente, oyó que llamaban a su puerta. Caminó hacia abajo para encontrar a dos policías en la puerta y a su madre mirándolo con una mirada de enojo.
"Jeff, estos oficiales me dicen que atacaste a tres niños, que no fue una pelea normal, y que fueron apuñalados."
La mirada de Jeff cayó al suelo, mostrando a su madre que era cierto.


Jeff le contestó rápidamente a su madre:
"Mamá, fueron ellos los que nos atacaron a mí, y a Liu".














"Hijo" dijo uno de los policías, "encontramos a tres chicos, dos apuñalados y uno tiene un moretón en el estómago, tenemos varios testigos que los vieron huyendo de la escena. Ahora, ¿qué nos dice eso?". Jeff sabía que era inútil. Él podía decir que él y Liu habían sido atacados por ellos, pero no había pruebas de que no fueron ellos quienes atacaron primero. No podría decir que no estaban huyendo, porque a decir verdad si lo hacían. Así que Jeff no podía defenderse a sí mismo o Liu.


"Hijo, llama a tu hermano." Jeff no podía hacerlo, ya que fue él quien golpeó a todos los niños.


"Señor... fui yo." Dijo Jeff, "yo fui quien atacó a los niños, Liu trató de detenerme, pero no pudo." El policía miró a su compañero y ambos se sorprendieron.


"Bueno, chico, parece que te espera un año en prisión...”


"¡Esperen!" gritó Liu. Todos se sorprendieron al verlo con un cuchillo. Los oficiales sacaron sus armas y apuntaron a Liu.


"Esperen por favor, no disparen, Jeff es inocente yo hice todo, perdí el control, me golpearon un poco esos punks y me enojé. Tengo las marcas para probarlo." Él levantó su camisa para revelar heridas y moretones, como si hubiera estado en una lucha.


"Hijo, sólo tienes que dejar el cuchillo", dijo el oficial. Liu levantó el cuchillo y lo dejó caer al suelo. Él levantó las manos y se acercó a los oficiales.


"No, Liu fui yo, ¡Yo Lo hice!" decía Jeff con lágrimas corriendo por su rostro.


"¿Eh?, pobre hermano, tratando de tomar la culpa de lo que hice" dijo Liu.


La policía llevó a Liu a la patrulla.


"¡Liu, diles que fui yo, diles, yo fui quien golpeó a los niños!" La madre de Jeff puso las manos sobre sus hombros.



"Jeff, por favor, no tienes que mentir, sabemos que fue Liu, puedes detenerte." Jeff observa con impotencia cómo la patrulla se lleva a Liu en su interior. Unos minutos más tarde, el padre de Jeff se detiene en el camino de entrada, ve la cara de Jeff y sabe que algo anda mal.


"Hijo, hijo, ¿qué sucede?" Jeff no puede responder. Sus cuerdas vocales están tensas por el llanto. En cambio, la madre de Jeff lleva a su padre en el interior, para romper el hielo con la mala noticia, Jeff se queda afuera y llora en el camino de entrada. Después de una hora Jeff vuelve a entrar a la casa, sólo para ver que sus padres están tristes y decepcionados.


Él no puede mirarlos. Él sólo va a dormir, tratando de que todo el asunto desaparezca de su mente. Pasaron varios días, sin noticias sobre Liu. No hay amigos para pasar el rato. Nada más que tristeza y culpabilidad.


Por lo menos hasta el sábado, cuando Jeff se despertó y vio a su madre con una cara feliz.


"Jeff, hoy es el día" dice mientras abre las cortinas y la luz alumbra el cuarto de Jeff.


"¿Qué, qué día es hoy?" pregunta Jeff semidormido.


"Hoy es el cumpleaños de Billy" le responde su madre, Jeff se despierta rápidamente y le contesta:


"Mamá, debes estar bromeando, ¿verdad?


“Cómo puedes esperar que valla a una fiesta después de...”
Hay una larga pausa.


"Jeff, ambos sabemos lo que pasó. Creo que esta fiesta podría ser lo que ilumine los últimos días. Ahora, vístete." La madre de Jeff sale de la habitación y baja para prepararse.


Jeff lucha por levantarse, realmente no tiene ánimos de hacerlo. Elige al azar una camisa y un par de pantalones vaqueros y baja por las escaleras.


Él ve a su madre y padre vestidos muy formalmente, su madre con un vestido y su padre en un traje. Piensa, ¿por qué usan ropa elegante para la fiesta de un niño?


"¿Hijo, es eso lo que vas a usar?"


"Mejor ve y busca otra cosa" dice la madre de Jeff, evitando esa sensación de gritarle y lo oculta con una sonrisa.


"Jeff, a esta fiesta tienes que ir bien vestido, si quieres causar una buena impresión." dice su padre. Jeff empieza a gruñir y vuelve a subir a su habitación.


"¡No tengo nada de ropa elegante!" grita por las escaleras.


"Sólo tienes que elegir algo." dice su madre.






Mira a su alrededor pero no encuentra nada "elegante". En su armario encuentra un par de pantalones de vestir negros que tenía para las ocasiones especiales. Jeff no puede encontrar una camisa que convine. Mira a su alrededor, y sólo encuentra camisas a rayas y estampados. Ninguno de ellos va con pantalones de vestir. Finalmente se encuentra con una sudadera con capucha blanca, tendida en una silla y se la pone. Él baja por las escaleras para decirles a sus padres que está listo.


"¿Eso es lo que llevarás ?" le preguntan sus padres. Su madre mira su reloj. "Oooh, no hay tiempo para cambiarse, vámonos de una vez" y cruzan la calle hacia la casa de Billy y Bárbara.
Tocan a la puerta y sale Bárbara junto a sus padres, quienes los invitan pasar, mientras caminan dentro de la casa pueden apreciar que sólo hay adultos, ningún niño.


"Los chicos están en el patio, Jeff… ¿qué te parece si vas a conocer a algunos de los niños?" dice Bárbara.



Jeff camina fuera de un patio lleno de niños. Están corriendo en trajes de vaqueros y se disparan los unos a los otros con pistolas de plástico. Jeff únicamente se queda de pie mirándolos jugar, De repente un chico se le acerca y le entrega una pistola de juguete y un sombrero.


"Hey, ¿no quieres jugar?" , dice.


"Ah, no creo, eso es para niños, estoy demasiado viejo para estas cosas." El chico lo mira con una cara de cachorrito raro.


"Porfa" dice el niño. "Está bien", dice Jeff.





Se pone el sombrero y empieza a fingir disparar a los niños. Al principio piensa que es totalmente ridículo, pero luego comienza a sentir que es realmente divertido. Puede que no sea algo súper genial, pero es la primera vez que él ha hecho algo que tiene fuera de su mente a Liu.


Así que juega con los niños por un rato, hasta que escucha un ruido. Es un extraño ruido como de ruedas. Luego, algo lo golpea. Cuando reacciona, ve a Randy, Troy, y Keith, todos saltan la valla en sus patinetas. Jeff deja caer el arma de juguete y se quita el sombrero. Randy mira a Jeff con un ardiente odio.










"Hola Jeff, tenemos algunos asuntos pendientes." dice Randy.
Jeff ve su nariz magullada por culpa del golpe del objeto que le lanzaron.


"Creo que estamos a mano, después de todo los vencí a todos ustedes… ¡son una mierda!" le respondió Jeff.
Randy tiene una mirada de enojo en su rostro.




"Oh, no, no hay manera de que me ganaras, de todas formas te pateare el culo ahora.


Randy se lanza sobre Jeff.


Los dos caen al suelo. Randy golpea a Jeff en la nariz, y Jeff lo agarra por las orejas y le da de cabezazos. Jeff empuja a Randy lejos de él y ambos se ponen de pie.
Los niños gritaban y corrían hacia sus padres quienes aún estaban dentro de la casa.


Troy y Keith sacan pistolas de sus bolsillos y gritan: Será mejor que nadie nos interrumpa.


Randy saca un cuchillo y apuñala a Jeff en su hombro.
Jeff grita y cae de rodillas. Randy empieza a darle patadas en la cara.


Después de tres patadas Jeff le agarra el pie y lo tuerce, Randy cae al suelo.


Jeff se levanta y camina hacia la puerta de atrás, sin embargo Troy lo agarra.



"¿Necesitas ayuda?" Troy le dice a Randy. Toma a Jeff por el cuello y lo lanza hacia el patio, cuando Jeff trata de ponerse de pie, recibe una patada por parte de Randy, el repite esto en varias ocasiones hasta que Jeff empieza a toser sangre.


"Vamos Jeff, pelea conmigo!" toma a Jeff y lo lanza a la cocina. Randy ve una botella de vodka en la mesa y rompe el cristal sobre la cabeza de Jeff.


"¡Pelea!" grita Randy, mientras lanza de nuevo a Jeff en la sala de estar.


"Vamos Jeff, ¡mírame!" Jeff levanta la vista, con el rostro lleno de sangre. "¡Yo fui el que consiguió que tu hermano fuera a prisión, y ahora sólo vas a sentarte aquí y dejar que se pudra allí durante un año entero!


¡Deberías avergonzarte!!


Jeff empieza a levantarse.


"Oh, ¡por fin! Parece que ya quieres pelear! Jeff está a sus pies, con la sangre y el vodka en su rostro.
Una vez más tiene esa extraña sensación, la que no había sentido durante un tiempo.


"Por fin, ¡vamos arriba!" Randy dice mientras corre hacia Jeff.


En ese momento algo sucede dentro de Jeff.



Su mente se destruye, todo pensamiento racional se ha ido, todo lo que puede hacer es matar. Él agarra a Randy y lo tira hacia el suelo, se pone encima de él y lo golpea directamente en el corazón. El golpe hace que el corazón de Randy se pare. Randy empieza a jadear mientras intenta tomar aire. Jeff toma un martillo que se encontraba cerca, y golpe tras golpe, acaba con Randy, la sangre brota de su cuerpo, hasta que toma un último aliento, y muere.


Todo el mundo está mirando a Jeff ahora. Los padres, los niños llorando, incluso Troy y Keith. A pesar de que se rompen fácilmente con su mirada, ellos deciden apuntar sus armas hacia Jeff.



Jeff al ver los cañones apuntando en él, corre hacia las escaleras. Mientras corre, Troy y Keith abren fuego… cada disparo perdido. Jeff sube corriendo las escaleras.
Oye a Troy y a Keith mientras lo persiguen. Al parecer ya dejaron escapar sus últimas rondas de balas. Jeff se mete en el baño. Toma el estante de la toalla y lo arranca de la pared.


Troy y Keith entran al baño armados con cuchillos.


Troy intenta apuñalar a Jeff, éste lo esquiva y lo golpea fuertemente en cara con el estante. Troy se queda todo tieso y ahora el único que queda es Keith.


Él es más ágil que Troy, sin embargo mientras esquivaba los golpes de Jeff, Keith dejó caer el cuchillo, agarró por el cuello a Jeff y lo empujó contra la pared.


Lo cual hizo que, un recipiente con lejía que estaba en el estante superior, callera sobre ellos. Se quemaron los dos y ambos comenzaron a gritar. Jeff se secó los ojos lo mejor que pudo. Tomó nuevamente el estante de la toalla, y con él golpeó a Keith en la cabeza. Mientras yacía allí, desangrándose, se le escapó una sonrisa siniestra.


¿Qué es tan gracioso?" preguntó Jeff.


Keith sacó un encendedor y lo encendió. "Lo que es gracioso", dijo "¿Es que tú estás cubierto con la lejía y alcohol."



Keith tiró el encendedor sobre Jeff. Tan pronto como la llama entró en contacto con él, las llamas encendieron el alcohol en el vodka. Mientras que el alcohol le quemaba, la lejía le blanqueó la piel.


Jeff dejó escapar un grito terrible. Trató de extender el fuego, pero no sirvió de nada, el alcohol había hecho un infierno en él. Corrió por el pasillo, y cayó por las escaleras. Todo el mundo empezó a gritar al ver a Jeff, ahora un hombre en llamas, tirado en el suelo, casi muerto.


Lo último que vio Jeff era a su madre y a los otros padres de familia tratando de apagar las llamas. Fue entonces cuando perdió el conocimiento.


Cuando Jeff se despertó tenía un yeso envuelto alrededor de su rostro. No podía ver nada, pero sintió otro yeso en su hombro, y puntos en todo el cuerpo. Trató de levantarse, pero se dio cuenta de que había un tubo en su brazo, y cuando intentó levantarse se cayó, una enfermera se apresuró a ayudarlo.



"No creo que pueda salir de la cama todavía." dijo al ponerlo de nuevo en su cama y volver a insertar el tubo. Jeff se sentó allí, sin visión ni idea de lo que su entorno era. Finalmente, después de unas horas, escuchó a su madre.


"Cariño, ¿estás bien?" le preguntó. Jeff no podía responder, su rostro estaba cubierto, y él era incapaz de hablar.


"Cariño, tengo una gran noticia. Después de que todos los testigos le dijeron a la policía lo que pasó en la fiesta, ellos decidieron dejar ir a Liu."


Esto hizo que Jeff casi saltará de la cama, deteniéndose a mitad de camino, recordando el tubo que sale de su brazo. "Él va a estar aquí para mañana y luego los dos serán capaces de estar juntos de nuevo."


Su madre lo abrazó y le dijo adiós.


El siguiente par de semanas fueron aquellos en los que Jeff fue visitado por su familia.


Entonces llegó el día en que sus vendas iban a ser removidas.


Su familia estaba allí para verlo, esperaron hasta que fuera removido el último vendaje de la cubierta en su cara.


"Vamos a esperar lo mejor", dijo el médico. Rápidamente tiró de la última venda, dejando expuesto el rostro de Jeff.
La madre de Jeff dio gritos al ver su rostro. Jeff notó los rostros atemorizados de Liu y su padre


"¿Qué? ¿Qué pasó con mi cara?" dijo Jeff. Salió corriendo de la cama y corrió hacia el baño. Se miró en el espejo y vio la causa de la angustia. Su rostro. Es... es horrible.



Sus labios se quemaron, ahora parecen una sombra profunda de color rojo. La piel en su rostro se convirtió en un color blanco puro, y su pelo chamuscado cambió de marrón a negro. Poco a poco, puso su mano sobre su rostro. Se sentía como una especie de cuero.


Volvió a mirar a su familia y luego de nuevo se miró en el espejo.


"Jeff" dijo Liu, "No está tan mal ...."


"¿No es tan malo?" dijo Jeff, "¡Es perfecto!" Su familia quedó completamente sorprendida.


Jeff comenzó a reír incontrolablemente, sus padres notaron que sus manos temblaban.


"Uh... Jeff, ¿estás bien?"


"¿Estar bien? ¡Nunca me he sentido más feliz! Ja, Ja, Ja, Ja, Jaaaaaa, mírenme, este rostro combina a la perfección conmigo!"


No podía parar de reír. Él se acarició el rostro, mientras se miraba en el espejo.


¿Por qué se comportaba así? Bueno, ustedes recordarán que cuando Jeff peleó con Randy algo en su mente, su cordura, se rompió. Ahora se quedó como una máquina de matar demente, sin embargo, sus padres no lo sabían.


"Doctor" dijo la madre de Jeff, "¿Está bien mi hijo... bueno, ya sabe, en la cabeza?"


"Oh sí, este comportamiento es típico de los pacientes que han tenido grandes cantidades de calmantes para el dolor. Si su comportamiento no cambia en unas pocas semanas, tráiganlo de vuelta aquí, y vamos a hacerle un examen psicológico."


"Oh, gracias doctor." La madre de Jeff se acercó a él y le dijo:


"Jeff, cariño, es hora de irse."



Jeff mira hacia otro lado del espejo, su cara todavía forma una sonrisa loca. "Ay mamá, ja, ja, jaaaaaaaaaaaa!" su madre lo llevó por el hombro y lo llevó a tomar su ropa.


"Esto es lo que traía", dijo la señora de la recepción. La madre de Jeff miró hacia abajo sólo para ver los pantalones de vestir negro y la sudadera blanca que llevaba a su hijo. Ahora estaban limpias de sangre. La madre de Jeff lo llevó a su habitación y le hizo poner su ropa. Luego se fueron, sin saber que ese sería su último día de vida.


Más tarde esa noche, la madre de Jeff se despertó con un sonido que provino del cuarto de baño. Sonaba como si alguien estuviera llorando. Poco a poco se acercó a ver lo que era.


Cuando ésta se asomó en el baño vio un espectáculo horrendo. Jeff había tomado un cuchillo y se había tallado una sonrisa en las mejillas.


"Jeff, ¿qué estás haciendo?" preguntó a su madre.
Jeff miró a su madre. “No podía seguir sonriendo mamá. Me dolió después de un tiempo, ahora, puedo sonreír para siempre”. La madre de Jeff notó sus ojos, rodeados de negro.


"¡Jeff tus ojos!" Sus ojos estaban aparentemente sin parpados, no se cerraban.


"No podía ver mi rostro, me cansé y mis ojos comenzaron a cerrarse, me quemé los párpados, ahora siempre podré ver... mi nuevo rostro"


La madre de Jeff comenzó lentamente a retroceder, al ver que su hijo se estaba volviendo loco.


“¿Qué pasa mamá? ¿Acaso no soy hermoso?”


"Sí, hijo" su madre dijo "Sí lo eres, déjame ir a buscar a papá, para que pueda ver tu bello rostro." Ella corrió a la habitación y sacudió al padre de Jeff.


"Mi amor, saca el arma que....." Se detuvo cuando vio a Jeff en la puerta, con un cuchillo.



"Mami, me mintió." Eso es lo último que dijo Jeff, antes de correr hacia ellos sólo para eviscerarlos.


Su hermano Liu se despertó sobresaltado por un ruido. No oyó nada más, por lo que sólo cerró los ojos y trató de volver a dormir. Cuando estaba en la frontera del sueño, tuvo la extraña sensación de que alguien lo estaba observando.
Miró hacia arriba, antes de poder decir algo, la mano de Jeff cubrió su boca. Poco a poco levantó el cuchillo listo para acabar con Liu.


Liu lucho constantemente para no ser presa de Jeff, pero fue en vano.


"Shhhhhhh", dijo Jeff: "Sólo tienes que ir a dormir."

martes, 22 de septiembre de 2015

Espejos

Espejos es la 3ra. parte de una serie de historias que se relatarán poco a poco, aquí está la primera parte: Atormentado espero y lo disfruten leyéndolo tanto como yo escribiéndolo.


El reflejo de uno mismo llega a mostrar más de la naturaleza humana que cualquier encuentro con algún demonio, espectro o fantasma. Al ver mis ojos en aquel espejo llegó a mí otro recuerdo, uno que guardé celosamente por mucho tiempo...

"Una anciana sentada al borde de una mesa, cabello corto y plateado, con unos lentes gastados y roídos por el tiempo, pero una sonrisa coloquial... ¿por qué sonríe?  ¿Me sonríe a mi? no... si no conmigo, sonreímos al mismo tiempo, que logramos terminar el rompecabezas de un barco en altamar"

El recuerdo termina y me concentro nuevamente en mi yo del otro lado, en aquel... ¿cuál era mi nombre? no puedo recordarlo, que pena, debió ser muy feo para no acordarme de el. De pronto ese ser comienza a reír y levanta su mano señalándome el camino. una luz tintineante aparece al final de un pasillo rodeado de espejos. Me distraigo un poco, al regresar la mirada a mi reflejo descubro que se ha ido, no me queda otro camino más que el señalado. Doy tres pasos y me paro justo al frente de otro objeto cristalino y reflejante. En el se encuentra una versión de mí pero mucho más joven, un niño para ser exacto, se que soy yo, mi mente no está tan dañada como para no reconocer a mi infante:

Está llorando... "¿recuerdas?" Si recuerdo... cuando era niño lloré mucho, esperaba nunca volver a llorar pero estaba equivocado... cuando creí que por fin se acabaron las lágrimas, triste y resignado me dí cuenta que apenas comenzaban. "No olvides porque lloramos" No lo olvidé, nunca. una vez más llegó otro recuerdo

"Una mujer frente a mí, era ella, mi amada, o lo que fue mi amada, estamos discutiendo, ella comienza a llorar, y yo trato de consolarla, le pido disculpas por algo que no hice..." una transición, "Estoy en mi habitación en la oscuridad, mi móvil suena pero no quiero contestar, ella me ha lastimado, y no contestaré hasta que pueda dejar de llorar y pretender que todo está bien, por fin una vez que me armo de valor, escucho como en un siseo me dice está muerto"


No tiene sentido, esos recuerdos son confusos, así no fueron las cosas, abro los ojos y ya no está el niño, si no el mismo reflejo del principio burlándose de mi, su cara a tomado una forma imposible de describir, estirándose en todas direcciones y su boca está llena de dientes puntiagudos y putrefactos, extiende sus manos para tratar de atraparme, pero mi razón puede más que el miedo así que hago reaccionar mis piernas para huir del lugar y tratar de alcanzar aquella luz.


Conforme voy recorriendo el pasillo, por el rabillo del ojo puedo ver mi reflejo como va evolucionando, ya no era el niño, cada espejo que recorría, crecía un poco más, ya no lloraba, ahora reía, a veces era gordo, otras más un delgado,  tenia mucho cabello, en otras  poco, en uno de ellos llevaba unos pantalones vaqueros y una camisa negra... así solía vestirme y en el siguiente un traje negro, sonriendo victorioso y al mismo tiempo de una manera hipócrita... ¿en eso me convertiré? Un peón de la industria, tal vez bancaria, o un adinerado hombre de negocios, ¿a donde se fue el escritor, músico y soñador que un día fui?

En ese momento lo comprendí, esos espejos no eran espejos y no reflejaban lo que era yo, si no lo que ella quería que yo fuera,  todo tenía sentido, aquel recuerdo fue lo opuesto a lo que en realidad pasó, aquellos seres del otro lado fueron las personas que ella quiso que fuera para satisfacer sus necesidades egoístas.

retrocedí un poco para ver a los ojos a mi yo destacado, este solo sonreía y decía en voz baja una y otra vez "dinero, dinero, dinero, dinero"
"¿Eso es lo que quieres? ¿eso es lo que siempre quisiste verdad?" grité al reflejo.
Este cambió su aspecto, ahora parecía preocupado al ver que me di cuenta de su artimaña.
"¡No huiré!  puedo enfrentarme a ti en este momento" levanté el puño y se iluminó, había cargado el poder de mi estrella y destruiría ese espejo de una vez por todas y para siempre. El rostro de aquel ser se deformó una vez más y solté un golpe directo en su rostro. No hubo ningún sonido, ni un solo pedazo roto, no era un espejo, por lo menos no ese, ya que mi puño atravesó el marco, la criatura cayó de espaldas hacia atrás y mientras eso sucedía, la luz al final de pasillo desapareció y todos los espejos estallaron. Volaron cristales por todas partes, me agaché para cubrirme de ellos y no salir lastimado, cerré mis ojos esperando que pasara el estallido y una vez más tuve otra visión.

"¿Recuerdas la increíble historia de la química?, claro que la recuerdo, pero me gusta más las sorprendentes aventuras de Sigmund Freud, o cualquier tema antes de estudiar para tu examen, sonríe, diviértete y cuéntame lo que me tengas que contar"

El sonido había pasado, todo estaba oscuro nuevamente, solo estaba el marco de lo que creí que era un espejo frente a mí. Del otro lado estaba una silla iluminada... esperaba que fuera una puerta, no lo era, solo una silla bajo un resplandor de luz. Conformé fui avanzando una sombra se dibujó alrededor y sobre ella, preparé mi estrella pero la sombra preparó algo que era lo opuesto a esta, una estrella hecha de oscuridad, la sombra cobró forma y cuando estuve en el angulo de alcancé de aquella luz se puso de pie, era yo mismo, no me movía y aquel ser tampoco, di un paso y la sombra dio el mismo, di otro y aquel ser de la misma forma, comencé a avanzar y el lo hacia conmigo, era un espejo, un imitador, estuve frente a frente, sus ojos eran cráteres de color negro, sin vida, sin ningún tipo de reacción aparente, me concentré y le di la forma de daga a mi estrella, entonces lo apuñale... fue un gran error.

lo apuñalé en la pierna pero el hizo lo mismo, retiré el cuchillo y ya saben que hizo el, comencé a gritar de dolor y como si fuera un maldito mimo hizo lo mismo sin producir ningún sonido, por si fuera poco donde me apuñaló no brotaba sangre, la herida fue lisa pero del hueco que tenía en la piel comenzó a salir un tipo de liquido negro y espeso que poco a poco recorría mi pierna dejándola inmóvil, se estaba pudriendo al igual que mi alma, ¿que podía hacer? ¿como mataría a esa
cosa sin matarme a mi mismo? entonces pensé, y una vez más vino a mí otro recuerdo.

"Te vi convertirte en mujer, pasaste de ser una niña a una adulta, incluso maduraste más que yo, tal ves por eso te aburriste de mi, ¿pero a donde se fue aquella pequeña? la linda niña que usaba pantalones vaqueros, tenis de rockstar y blusas de colores oscuros como el negro, el lila y solo a veces el rosa, ella se fue para siempre... en cambió yo siempre he sido el mismo, el iluso, el ingenuo, el torpe... pero al mismo tiempo el soñador, el bueno, el lindo, el que dio todo por amor, esos rasgos vale la pena preservar, ese soy yo y nada me puede cambiar... ni tu ni nadie"

Entonces adiviné el acertijo, no tenía que matar a aquella sombra, si no más bien... aceptarlo.

Antes de que la oscuridad terminara por cubrir mi cuerpo me abalancé a la sombra y la abracé. aquel ser hizo lo mismo y sentí un gran alivio cuando dentro de mí sentía como todos aquellos sentimientos de ira, rabia, y soledad salían a la superficie... al fin lo había entendido, todos tenemos una sombra, esa sombra son nuestros defectos, miedos e inseguridades, pero no sirve de nada tratar de pretender que no existen, eso es negarnos a nosotros mismos, lo que verdaderamente importa es aceptarlos y convivir con ellos.
Una vez que terminé mi reflexión apareció un cofre sobre la silla y una puerta de color blanca detrás de ella.
Me acerqué al cofre y al abrirlo estaba la fotografía de un cachorro, blanco lambiendo una mano que reconocí en un instante, sonreí y dije "que Rico se debe de sentir que un cachorro te lama la mano" la estrella absorbió la fotografía y por fin pude continuar, abrí la puerta para darme cuenta de que por fin logré salir, logré salir del infralar...

"¿Que te hace pensar que ya saliste?" escuché el sonido del viento que llevaba aquel mensaje.

Estaba en medio de una calle, el cielo era gris, no se escuchaba ningún sonido producido por cualquier vehículo, ambos lados de las aceras casas abandonadas, pero allí estaba frente a mí, aquel portón rojo, no como la sangre, pero si como el corazón que dejó de latir dentro de mi.
El portón de mi abuela...


King Feria


lunes, 21 de septiembre de 2015

Verum total... nuevo hilo de 4chan



oou556rx525rsmjm.onion

http://boards.4chan.org/x/thread/16733177/what-is-this


Real o Fake?

una web como A.L.I.C.IA? o un producto más de internet... 

Tantas teorías de conspiración..

Investigar? quiza...

martes, 18 de agosto de 2015

Pensamiento 1 - Recuerda.

Aquel que cree sufrir por alguien demuestra su incapacidad de percibir los verdaderos problemas del mundo. Todo aquel que lloró alguna vez por amor, que sintió como lentamente una parte de él o ella moría por dentro, crea un fantasma, un fantasma que vaga consigo a cada momento, está en cada rincón y le acompaña a todas horas. Sucede de vez en cuando que crees que ha desaparecido, pero los fantasmas no pueden morir, ya lo están, quizá es mejor transformarlo en recuerdo pero eso es imposible, un recuerdo se disfruta y tú no lo puedes disfrutar. Poco a poco te consumirá hasta que llegué aquella persona que sea capaz de exorcizarlo de una vez por todas y mientras llegue solo pensaras en que hubiera pasado... pero déjame decirte algo, el hubiera no existe y el pasado quedó grabado en tu memoria así como el agua de lluvia se queda en los charcos del mes de agosto.

Solo recuerda lo que un día perdiste y aprende a valorar lo que tienes, tú eres testigo de que nada dura para siempre.

king Feria.

jueves, 13 de agosto de 2015

El cuarto oscuro Fragmento.

Todos los días escribo, a veces mucho a veces poco, lo importante es seguir escribiendo. Como lo he mencionado antes: Soy novelista así que constantemente trabajo en mis obras, en estos momentos estoy trabajando en la segunda parte de Doctor Cosmo, por lo que me cuesta mucho escribir otras historias o artículos, sin embargo hay una bastante especial que es parte de la mitología que estoy construyendo, dejaré un fragmento de aquel cuento solo para su deleite, espero y en unos pocos días pueda subir la versión final.

El cuarto oscuro 

No suelo creer mucho en los sueños más allá de que son una representación abstracta de los deseos ocultos que todas las personas tenemos.  A veces sucede que soñamos con la muerte de un ser querido, pero esto no quiere decir que es parte de alguna fantasía, si no meramente la relación que tuviste con aquella persona en algún punto de tu vida y lo relacionaste con tus propios temores.
Sin embargo existen ciertos elementos que hacen del mundo onírico una ventana hacia el futuro u otras dimensiones… no debo mencionar esto abiertamente ya que si alguno de mis colegas de la universidad lo escuchara perdería toda mi credibilidad como doctora, especialista en la demencia humana.  A pesar de mis esfuerzos por intentar encontrar alguna pisca de raciocinio no lo he podido lograr y no quisiera pero estoy completamente segura de que Damián tiene algo que ver.  Ya que desde que aquel niño pisó mi consultorio no he parado de soñar con… eso… aquella figura humanoide.


Todo comenzó hace nueve días exactamente, cuando recibí una llamada del doctor Juan Méndez pidiéndome un favor muy especial. Estaba un poco intrigada porque jamás había sido requerida por mi colega. Me invito a tomar una taza de café en alguna de nuestras horas de descanso, a decir verdad me parecía muy bien, parte por mi curiosidad de lo que tenía que decirme y parte porque siempre se me había hecho un hombre bastante atractivo.  Acepté y unas horas después estábamos sentados frente a la universidad en un pequeño puesto de expresos.  Me encontraba sentada  frente a una mesa bajo una gran sombrilla que cubría los radiantes rayos del sol de verano, mientras que Juan se acercaba con dos tazas de café, una en cada mano. Al ponerla frente a mi tomé el sobre de azúcar y lo vertí, Juan me ofreció el de crema pero lo rechacé, comencé a revolver mi bebida y cuando estuvo lista di un sorbo, el hizo exactamente lo mismo. Le temblaban las manos, parecía nervioso, o mejor dicho ansioso, como si no fuera la primera taza de café del día, tenía unos sacos ojerosos muy marcados a causa de la constante falta de sueño. Estaba tan concentrada apreciando los detalles de su aspecto que ignoré que había estado llamándome desde hace unos segundos.

Fragmento del cuento: El cuarto oscuro.

King Feria.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Dr Cosmo

Como muchos saben, soy un escritor apasionado y activo, sin embargo con los tiempos me es dificil definir lo que en realidad me gusta: Novelas, cuentos, relatos, historias, tantas cosas de mi preferencia, sin embargo mi estilo y gusto característico es la novela.

Así que aquí les comparto un fragmento de mi primera novela, espero y sea de su agrado.

Doctor Cosmo

El diario de un asesino

¿Quién eres tú para juzgar los actos que he cometido? Lo que ves cómo una crueldad increíble y maldad absoluta, incluso algo de locura, yo lo veo como progreso, redención, descubrimiento… está bien, quizás tengas razón, probablemente matar a 107 personas pueda ser considerado un  acto de demencia total. Pero créeme cuando te digo esto: era necesario.

Tal vez hayas escuchado de mí persona últimamente, ya que los periódicos no paran de hablar de lo que hice. Muchos afirman que nací sin ningún tipo de conciencia y seguramente tengan razón, o a lo largo de mi camino la perdí. Hoy solo veo oscuridad y donde mis ojos  ven muerte un día vieron vida, pero ¿sabes algo?, me aburrí de  ver vida y solo me interesó la muerte y el dolor. Si te preguntas que me llevó a esto, No te preocupes,  te contaré mi historia.
DR.COSMO.


Capítulo 1
Mi verdadero nombre es Erick Esteban Perkins y mí nacimiento no fue nada especial. Mi madre, en  una acalorada noche de verano, se encontraba recostada en su cama  de hospital, esperando pacientemente la hora, para poder dar a luz a su primogénito. El encargado de la  difícil tarea de traerme a este mundo, fue mi propio padre: un honrado y respetable doctor. Cuando nací, él, muy orgulloso me sujetó entre sus brazos y sonrió al verme.
—Es un niño mi amor, ¡y nació muy sano! — Gritó al escucharme llorar. 
—Dámelo Esteban, quiero verlo. — Mi padre me entregó a los brazos de mi madre. Ella me arrulló, tratando de parar mis lloriqueos, y al recostarme en su regazo, me quedé dormido.
El tiempo pasó rápidamente, y aunque fuera tan solo un bebé, tengo algunos recuerdos de mi etapa en pañales. Éramos una familia feliz, una familia normal, vivíamos en una ciudad pequeña de nombre Destello, el lugar ideal para crecer supongo yo. No había edificios gigantescos, ni tampoco grandes multitudes, solo unas cuantas cosas a destacar, las familias felices eran el resultado perfecto de esta ecuación, es por ello que mucha gente tomaba la decisión de crear allí un hogar, apartado del complejo mundo exterior.
Unos meses después, mi madre se embarazó nuevamente. Recuerdo que constantemente me decía que pronto tendría un hermanito o una  hermanita. Habían construido un cuarto especial para el nuevo miembro de la familia. Tenía detalles en azul y rosa. Compraron una cuna que dejaron en el centro de la habitación adornada con un móvil sobre ella. Este, se encontraba girando en el aire con formas de cubos, aviones y otros juguetes que no puedo recordar.
Las semanas pasaron rápidamente y mis padres estaban cada vez más entusiasmados, pero mi padre pasaba mucho tiempo en el hospital, así que constantemente (sobre todo en los últimos meses) la abuela venía a ayudarle a mi madre con los quehaceres de todos los días. Hacía la comida o la limpieza. Por las noches cuando mi padre volvía, después de terminar su jornada, subían al coche y regresaba a la abuela hasta su casa y a la mañana siguiente volvía a ir por ella muy temprano.
Cuando la fecha tan esperada llegó, creo recordar que era alrededor de las diez de la noche o cercano a esa hora, ya que estaban pasando el noticiero nocturno. Me encontraba sentado en la alfombra de la habitación del televisor y mi abuela me vigilaba (o al menos eso parecía). De pronto y sin previo aviso, mi madre, desde el segundo piso gritó fuertemente. Me asusté, o mejor dicho nos asustamos. Mi abuela saltó casi literalmente del sillón reclinable y subió corriendo las escaleras. Yo gateé hasta ellas, quedándome al borde del primer escalón.
Al pasar unos minutos y mientras mordía uno de mis juguetes, apareció mi abuela. Tomaba a mi madre del brazo y la ayudaba a bajar las escaleras. Cuando llegó a la planta baja mi madre sollozaba y se tocaba el vientre. Yo la miraba desorientado y ella, al darse cuenta de que la veía me dijo, “estoy bien bebé, no te preocupes”.
Mi abuela con gran rapidez y destreza (nada natural para una mujer de su edad y complexión) subió una maleta al auto, después me tomó entre sus brazos, me sentó en el asiento trasero sujetándome en mi silla para bebé. Cerró la puerta y la aseguró, ayudó a subir a mi madre y por último se subió ella, dio un vistazo a la calle y puso el auto en marcha. Sacó su teléfono celular y llamó a mi padre para decirle que algo extraño pasaba. Aún no era el tiempo, el bebé se había adelantado.
Íbamos camino al hospital, mi abuela trataba de calmar a mi madre diciéndole que todo iba a estar bien, pero ella parecía no escuchar sus palabras por el dolor que sentía en ese momento. Yo trataba de verla, no resistí, al final giré mi cabeza en otra dirección. Mi vista se perdió en el camino y miraba como las luces de los faros de la calle pasaban velozmente. Cuando por fin llegamos a nuestro destino, mi padre se encontraba acompañado por un grupo del personal médico que nos esperaba en la entrada del hospital con una silla de ruedas. Mi madre salió del auto y sus piernas flaquearon, casi caía al piso. Mi padre y los demás enfermeros lograron ayudarla a sostenerse. Recuerdo muy bien esa escena, al voltear mi cabeza hacia el suelo pude ver una gran mancha de color oscuro. Fue la primera vez que vi la sangre.
Mi padre estaba teniendo una crisis nerviosa, apurando a todas las personas que estaban allí, de pronto sentí unas manos alrededor de mí cuerpo. Era mi abuela, que torpemente intentaba soltarme de mi silla. Le extendí los brazos, abrí y cerré mis manos. Cuando por fin logró desatarme me llevó adentro del hospital. Mi madre se encontraba tumbada en la silla de ruedas. Su cabello negro y lacio esa noche se veía sin vida, como si fuera el presagio de que algo muy malo estuviera a punto de suceder.
Mi abuela no sabía a donde ir, así que nos quedamos en la recepción. No había nadie. Era una sala redonda con unos pasillos al fondo, delimitados por tres puertas automáticas. En el centro estaba la recepcionista, rodeada por un escritorio hecho de madera y pintado de un color oscuro. Esparcidos alrededor, se hallaban unos muebles en donde la gente podía sentarse a esperar, y en las paredes varios televisores encendidos. Mientras tanto, a mi madre la habían conducido por el pasillo central. En ese entonces no sabía leer pero asumo que había entrado a terapia intensiva.
La pobre anciana le temblaban las manos, comenzaba a orar en silencio. De su bolsa sacó un rosario y un libro de oraciones, con la imagen de una paloma de color blanco. Leía en voz baja como si susurrara y cerraba los ojos. Entraba en un trance inducido por ella misma. La mujer de recepción; una joven que no tendría más de veinte años, se acercó a ella y le ofreció una botella de agua. Mi abuela se estremeció un poco porque estaba demasiado concentrada. A pesar del susto aceptó y  bebió.
Las horas pasaban rápido. Era de madrugada. Mi abuela se quedó dormida con el rosario en la mano, yo me encontraba recostado en sus piernas y permanecía sin hacer ruido. Había un silencio profundo y más porque bajaron el sonido de los televisores. Escuché como se abría una puerta automática, y al incorporarme un poco pude ver a mi padre. Su cara no denotaba algo más que no fuera cansancio y frustración. Reí un poco y sacudí mis manos. Eso provocó que la abuela despertara. Casi olvidando que estaba cuidándome, se puso de pie y fue hacia donde él se encontraba. Yo me quedé en el sillón. Con los oídos muy atentos me acerqué al borde tratando de escuchar lo que mi padre tenía que decirle, pero era inútil, no alcanzaba a oír nada. Fue cuando de pronto la sala entera ecualizó un lamento que venía de mí abuela y caminando aprisa fue y se metió por uno de los pasillos. Mi papá se acercó a mí y yo sonreí. Me cargó, me dio un fuerte abrazo y comenzó a llorar.
Era demasiado pequeño para comprenderlo y no pude hacerlo hasta que me llevó al cuarto con mi madre. Estaba en la cama con su bata puesta, agotada, recargada en el respaldo con una mirada perdida y el rostro pálido, como si no estuviera allí. Mi abuela estaba a su lado acariciándole la mano intentando contener las lágrimas. Mi padre me acercó a mamá. Volteó a verme y con ojos cristalinos me dijo:
—Erick… creo que no tendrás una hermanita —. Comenzó a llorar y todos en la habitación junto con ella.

Este fue el primer capítulo de la novela: Doctor Cosmo, el diario de un asesino, la primera parte de una trilogía que promete ser emocionante, enganchante y atrayente. 

Si alguien conoce una editorial o a un agente editorial, les pediré de favor que contacten conmigo, se los agradecería muchisimo.

king Feria



sábado, 1 de agosto de 2015

Recuerdos

Recuerdos es la segunda parte de una serie de historias que se relatarán poco a poco, aquí está la primera parte: Atormentado

¿Cuál era su nombre?
Marcela… No, Marisela…tampoco…quizá, María… o tal vez Melisa… No lo recuerdo. Y si no lo recuerdo ¿Por qué avanzar?

Detrás de mí ya no había nada, la brecha que se abrió en la ciénaga dio paso a unas escaleras en espiral que descendían hacia una oscuridad asfixiante. La única luz que me separaba de las sombras demenciales era la de mi placa que brillaba con la intensidad de una pequeña estrella. “mi estrella”” Tragué saliva y me repetí tres veces seguidas “¿hacia dónde voy?” entonces recordé lo último que aquel espectro me dijo “si aún me amas, sabes dónde estoy” pero, eso podía significar tantas cosas, quizá lo haya dicho solo para llevarme a una trampa y si así fuera caí rotundamente en ella. Seguí descendiendo sin llegar a ningún lugar, los segundos se transformaron en minutos y los minutos en horas, me estaba cansando así que me quedé de pie, solo oscuridad, nada adelante ni atrás, era de locos.

“Ya no recuerdas” escuché un susurro al lado de mi oído. De repente comencé a asfixiarme, mi garganta se cerró y llevé mis manos al cuello, trataba de respirar, pero lo único que conseguía era sacar una toz rasposa y gutural. Unas manos invisibles me sujetaban, me tumbé en los escalones y traté de recargarme en lo que creí que era un muro, pero solo era una ilusión que separaba a un abismo infinito. Perdí el equilibrio y caí a aquel vacío, la única luz que llevaba conmigo se desprendió de mis manos y se alejó rápidamente de mí, estiré mis manos como si estuviera aleteando para tratar de alcanzarla pero era inútil, parecía que flotaba mientras que yo me hundía.

No sé si era un sueño, si tenía los ojos cerrados o abiertos, si aún pensaba o… había dejado de pensar.  Imágenes… Solo imágenes, recuerdos de un pasado ya distante…

“Cuando tenga hijos, van a nacer con mi meñique” Solía decirme, y en mi recuerdo solo veo nuestras manos comparándolas “Tienes manos hermosas… espero que nuestros hijos saquen tus manos”  respondía yo, y ella solo reía.

Abrí los ojos al sentir una sensación fría en mi mejilla, dos, tres veces, una gotera de agua. Me puse de pie, la oscuridad no era tan profunda… “espera” me dije a mi mismo. Allá, a unos metros delante estaba mi estrella, aun brillante, iluminando todo el lugar. Parecía ser una cueva, había cientos de estalactitas y un lago en el centro, tan grande que no podía ver el final, solo las orillas. Tomé aquel artefacto luminoso y me acerqué al agua, tambaleante y sediento ¿cuánto tiempo había estado inconsciente? Me puse en cuclillas y tomé un poco de agua entre mis manos, le di un sorbo y luego tomé más para esta vez empaparme la cara. Una corriente de aire helado como la que sentí cuando estaba en la ciénaga casi me tira al agua. Caí de culo y  me arrojé hacia atrás de un solo impulso para alejarme de allí. Aquella brisa se llevó el agua junto con ella y secó aquel lago subterráneo, era muy profundo y se vació en unos cuantos segundos. Comencé a escuchar una risa en el viento acompañada de cientos de lamentos y gritos, perforaban mi cabeza, me llevé las manos a mis oídos pero las seguía escuchando me estaba volviendo loco, entonces mi estrella comenzó a perder su brillo, “no por favor” le supliqué, si la perdía me hundiría por fin en la locura y no sabría qué pasaría entonces. Resignado,  me puse en posición fetal y comencé a llorar, poco a poco se iba apagando, entonces cerré mis ojos y  me dije a mi mismo que esperaría en silencio mientras terminara de apagarse, no quería ver como la única esperanza que me quedaba se desvanecía, “no por favor, por favor, por fa, por...”

“¿Recuerdas?”

Una visión llenando un traste de agua, dejando caer una toalla húmeda, está caliente. Continúo mi camino, recorro una cocina que me parece familiar y un pasillo que me resulta de igual manera. Abro una puerta y esta una mujer recostada en una cama, mi mano toca su frente, tiene fiebre, exprimo la pequeña toalla, aparto su cabello y la dejó reposar allí. “te vas a sentir mejor mi amor” pero ella no responde, jadea, su fiebre es muy intensa, así que comienzo a cantar, “te cantaré una canción para que puedas dormir” comienzo a tararear, ella me toma de la mano y dice “te amo”

Mentira…

“¡Mentiras!” grité y mi estrella emitió una luz tan intensa que iluminó toda la cueva, era tan radiante que no quedaba lugar para las sombras,  me puse de pie con una mirada que nunca en mi vida tuve, era la representación del odio y la venganza.  Incluso mis ojos estaban iluminados y recorrieron aquel lugar secó solo para encontrarme con el espectro de mi amada, que se escabullía entre las piedras, se escondía de la luz y se trasformaba en una especie de moho, que atravesaba el suelo rocoso.  Una vez que se fue, di media vuelta y contemple el lugar…  Tragué saliva cuando me di cuenta que no era solo una cueva, y aquellas rocas en el techo no eran estalactitas, eran colmillos rústicos saliendo de las fauces de una bestia, una especie de reptil deforme. Mis ojos se sobre saltaron y grité levantando mi estrella,  su luz emitida se concentró en todo mi brazo y lanzó un rayo que perforó la gran quijada de la bestia, sentí como se retorcía y su alarido hizo temblar todo el lugar. Traté de moverme pero mis pies estaban atorados, era como si el suelo también fuera parte de la misma criatura, levante la mirada y observé como comenzaba a cerrar su boca, entonces use mi brazo cargado de luz para tratar de cortar mis ataduras y así lo hice, di un salto hacia atrás y rodé por la pendiente del lago, me aferré a una roca afilada, sentí como perforó mi mano izquierda, una punzada de dolor recorrió todo mi cuerpo, intenté ahogar mi llanto y así lo hice, aquel recuerdo me trajo tanta ira y desesperación que lo único que deseaba era canalizar todos aquellos sentimientos negativos  y matar al monstruo que estaba delante, no estaba seguro como  podía hacerlo, pero de alguna manera sabía lo que hacía.

Intenté escalar pero algo me sujeto del talón, unos brazos espectrales trataban de arrastrarme hacia el lago que comenzó a llenarse nuevamente, si no me daba prisa me tragaría entero y solo dios sabe qué clase de almas atormentadas estarían atrapadas en aquellas aguas.  Extendí mi brazo derecho y una estela de luz golpeó a las sombras que me sujetaban, se evaporaron y pude subir por la pendiente. Me quedé de pie frente a aquella bestia, un ser rastrero, con forma reptiliana estaba frente a mí, una deformidad, llena de colmillos y espinas, una serpiente o la bastardisación de una estaba frente a mí, salía de un agujero de la pared “¿qué habría del otro lado?” me pregunté,  cerré los ojos y una vez más vinieron recuerdos a mí.

La orilla de un rio, las luces de la ciudad apenas encendiéndose y los faros iluminando el sendero, la noche había llegado y poco a poco aquellas farolas parecían luciérnagas estáticas, una banca en medio de aquel lugar… ella llevaba un suéter ro… no, una chamarra color rojo, su cabello se perdía con las sombras y su piel blanca relucía con las luces, al sentarnos en aquella banca, la tome de las manos y… nuestro primer beso.

“¡Apártate de mí!” alcé mi brazo derecho y concentré toda la luz para transformarla en una especie de haz que atravesó la quijada del monstruo y cortó en dos su mandíbula, la bestia se retorció un par de segundos, un chirrido agudo desterró todo el coro de voces y gritos fantasmales, que con el pasar de los minutos conseguí ignorar  cayó. La bestia estaba muerta, pero “¿Por qué no me devoró mientras pudo?” El cuerpo inerte de aquel ser comenzó a evaporarse y se transformó en una especie de niebla oscura que se adhirió a las paredes y poco a poco se fue diluyendo, mientras tanto, donde estaba atrapado su cuerpo dejó al descubierto la entrada hacia otra habitación, mi estrella dejó de brillar, o mejor dicho volvió al mismo brillo que tenía en un principio, pero ya no era mi estrella, ahora era mi mano, la luz salía de la palma de mi mano derecha.


Caminé hacia la otra habitación que era parte de la misma cueva. En el centro estaba un cofre, dudé un poco pero al final lo abrí, metí mi mano derecha esperando lo peor, al retirarla note que que entre mis dedos  llevaba una fotografía. “Nuestro primer beso” dije, reí un poco, “la nuez” y meneé la cabeza de lado a lado mientras sonreía, la fotografía se iluminó con el mismo resplandor de mi estrella y segundos después estalló en pequeñas partículas que mi brazo derecho absorbió. Estaba tan distraído por el espectáculo que no me di cuenta de la puerta color rojo justo enfrente de mi. 
“Esto no ha terminado”, no sabía si continuar o no, pero tampoco sabía cómo regresar, no podía volver, estaba en el Infralar, o cerca de el, o en mis pesadillas, no entendía nada. Así que continúe, puse mi mano en la perilla, la giré abrí la puerta y di un paso hacia adentro, la puerta desapareció y frente a mi surgió la persona que más odiaba, que detestaba, pero al mismo tiempo a la que menos imaginé que estuviera atrapado en ese lugar… me vi a mi mismo.

Continuará.

King Feria



lunes, 27 de julio de 2015

sábado, 25 de julio de 2015

The Rake - El rastrillo

La historia de The Rake o El rastrillo lleva un tiempo en internet, a pesar de que muchos la conocen, no han profundizado en ella, verdad o mentira, fantasia o ficción, eso a final de cuentas no importa si cumple con el objetivo de intrigarnos y aterrorizar al mismo tiempo. Es por ello que dentro del blog, realizaré una investigación de todos los elementos de esta u otras creepypastas. 
Por el momento disfruten de la Creepypasta de The Rake.





Hace tres años, acababa de regresar de un viaje a las Cataratas del Niágara con mi familia por el 4 de julio. Estábamos exhaustos luego de conducir todo el día, así que pusimos a los niños en la cama y nos fuimos a dormir.



A las 4 de la madrugada me desperté con la idea de que mi esposo había ido al baño. Aproveché para jalar las sábanas, despertándolo en el proceso. Me disculpé y le dije que pensé que se había levantado de la cama. Cuando me vio, suspiró y retiró sus pies de la orilla de la cama tan rápido que su rodilla casi me tiró. Me agarró y no dijo nada.

Luego de ajustar mi vista a la oscuridad por medio segundo, fui capaz de distinguir qué causó la reacción. Al pie de la cama, sentado y viéndonos de lejos, había lo que pensé era un hombre desnudo, o un gran perro sin pelo de algún tipo. Su posición era perturbadora y no natural, como si hubiese sido arrollado por un auto. Por alguna razón no sentí miedo, sino preocupación por su condición. Hasta ese momento, estaba bajo la asunción de que debíamos ayudarlo.
Mi esposo estaba viendo sobre su brazo y la rodilla, doblado en posición fetal, ocasionalmente viéndome antes de regresar la mirada a la criatura.
En un movimiento veloz se arrastró hacia nosotros, a un lado de la cama, hasta quedar a poco menos de 30 cm. del rostro de mi esposo. Por medio minuto, en silencio, sólo le observó.
Se levantó y corrió al pasillo en dirección a los cuartos de los niños. Grité y fui tras él para detenerlo y evitar que los hiriera. Cuando llegué al pasillo, la tenue iluminación era suficiente como para verlo agachado y jorobado a unos 6 metros a la distancia. Estaba cubierto de sangre y tenía a Clara, mi hija. La arrojó bruscamente y huyó por las escaleras cuando mi esposo le disparó con su arma desde la habitación.

                                  
Una gran herida atravesaba el pecho de Clara y con esfuerzo se mantenía consciente. Llamamos por una ambulancia e inútilmente tratamos de detener el sangrado, mi esposo maldecía iracundo y lloraba descontrolado. Presenciar la vida de mi hija terminar me tenía paralizada y escuchar los lamentos de su hermano menor ante la situación fue insoportable. Sin darme mucha oportunidad de reaccionar mi esposo tomó a Clara y la llevó a la camioneta, desesperado por la ausencia de ayuda la encaminó él mismo al hospital. Estoy segura de haberla escuchado decir “Él es el Rastrillo” en una débil y esforzada voz previo a que dejara la habitación.
Impactaron violentamente contra un camión de carga que frecuentaba la ruta de nuestro pueblo, murieron casi instantáneamente.
En pocos días la noticia se movilizó entre los medios. La policía ayudó un poco al principio, y el diario local tomó mucho interés en ello. Pero nada jamás fue publicado, y la nota en las noticias locales nunca tuvo seguimiento.
Por varios meses, mi hijo Justin y yo nos quedamos en un hotel cercano a casa de mis padres. Después de que decidimos regresar a casa, comencé a buscar respuestas por mí misma. Eventualmente encontré a un hombre en otra ciudad vecina que tuvo una historia similar. Entramos en contacto y comenzamos a hablar de lo ocurrido. Conocía a otras dos personas que habían visto a la criatura que ahora llamaremos El Rastrillo, en Nueva York.
Nos tomó a los cuatro casi dos años de buscar en Internet y escribir cartas para obtener una pequeña colección de lo que creíamos que eran registros del Rastrillo. Ninguno dio detalles, historia o seguimiento. Una jornada involucraba a la criatura en sus primeras 3 páginas, y nunca mencionada de nuevo. El diario de un marinero no explicaba nada del encuentro, diciendo que el Rastrillo le ordenó largarse del puerto en el que recientemente había desembarcado. Fue la última entrada del diario.
Eran varias las instancias en que la visita de la criatura era una en una serie de visitas a la misma persona. Muchos daban registro de que el Rastrillo les habló, mi hija incluida en esos testigos. Esto nos llevó a preguntarnos si el Rastrillo nos había visitado anteriormente antes del último encuentro.
Puse una grabadora digital cerca a mi cama y la dejé corriendo por toda la noche, cada noche, por dos semanas. Oía con interés los sonidos cada día que me despertaba. Para terminar con la segunda semana, estaba acostumbrada al sonido usual del sueño mientras oía el audio a 8 veces la velocidad normal, por cerca de una hora diaria.
Casi a finales del primer mes oí algo diferente. Una voz aguda, estridente. Era el Rastrillo. No pude escucharlo lo suficiente como para transcribirlo. No había dejado que nadie lo oyera. Todo lo que sé, es que lo oí antes, y ahora sé que habló cuando estaba sentado frente a mi esposo. No recuerdo haberlo oído en ese momento, pero, por alguna razón, la voz en la grabadora inmediatamente me lleva de vuelta a ese momento.
Los pensamientos que debieron pasar por la mente de mi hija me hicieron enojar.
No he visto al Rastrillo desde que arruinó mi vida, pero sé que ha estado en mi habitación mientras dormía. Sé y temo que un día despertaré para verlo de pie, con su mirada vacía puesta sobre mí.

                                    

viernes, 24 de julio de 2015

Atormentado

Aun no he podido sacarla de mi cabeza desde aquella noche en que me enteré...el collar que llevaba alrededor de mi cuello me laceraba, así que tuve que arrancármelo. Lo sostuve en mis manos y lo miré, era una placa de identificación. Leí mi nombre en ella, y por detrás estaba escrito la palabra "amor" en un idioma casi perdido. "Lo forjaron los ángeles solía decirle a ella", ella... la que se fue, a la persona que traté de encontrar pero lo único que encontré fue locura y confusión. Encerrado en un mundo difuso que es mi mente, construyendo muros mas duros que el concreto y el acero. levantando y derrumbando pilares de recuerdos que solían ser hermosos pero en estos momentos me lastiman incluso más que aquel collar.  Alcé la mirada y arrojé mi último recuerdo a una ciénaga, en donde al caer y rozar la superficie del agua, esta comenzó a crear ondas produciendo un sonido ahogado. Una lágrima se escurrió por mi mejilla dejando escapar un suspiro y dándole la espalda...

Espera...
Escuché un siseo que venia del agua y al darme la vuelta, una mano delgada y descarnada surgió de ese maloliente lugar, llevaba mi collar, lo tomaba con sus dedos delgados y retorcidos... característicos de ella. 

"No puede ser" pensé.  "Ella no" 
Una dama, delgada,con un vestido blanco largo de novia, con luz propia y un aura gélida que helaba hasta los huesos surgió completamente del agua permaneciendo de pie frente a mí. 
Comencé a llorar porque era ella, o algo parecido a ella, algún ser que robó su apariencia. 
"Espera... mi amor... esto es tuyo... recuerdas...la blanca nieve..."  dijo mientras estiraba su delgado brazo tomando el collar. 
Si la recuerdo, recuerdo nuestro último momento juntos, tu sonrisa en aquella cabaña en las montañas, como caía la nieve... tu abrigo que compraste un día antes de la ventisca y ahora, eres un recuerdo.  
"¿En que te has convertido?" pregunté, esperando una respuesta, pero su rostro, no era igual, tenia la misma cara angelical, pero debajo de aquella luz verdosa, veía los huecos de carne faltante. 
"Tú dime" me respondió, mientras revelaba una sonrisa burlona. 
Una onda de aire sacudió todo el entorno, arrancando las hojas de los árboles, creando ondas en el agua, moviendo el vestido y los cabellos castaños de aquel espectro con la forma de mi amada.  
Me quedé quieto y en silencio, mirándola con ojos indiscretos pero curiosos. 
"En mis sueños he visto un lugar... una pesadilla, otro mundo, no creí que fueras a parar allí"
ignorando mis palabras el espectro en un acto imprevisto se deslizó hacia mi y comenzó a rodearme. No me podía mover, mas bien no quería moverme. tan solo dejé mi vista en las ondas de aquella agua pantanosa. 
"¿Aún me amas? preguntó y creó un eco en mi cabeza. 
"¿Qué si aun te amo?" apreté con fuerza mi puño y sin dudarlo respondí: "un día te amé, otro día te dejé de amar, no por haber querido, sino por obligación, y ahora me preguntas ¿qué si aun te amo?" 
Silencio, solo seguía rodeándome mientras flotaba en una danza esotérica.
"Una parte si... pero no puedo amar a esto que está frente a mí" El viento sopló nuevamente, entonces el espectro se detuvo a mis espaldas, comencé a sentir una onda de calor alrededor de mi cuello y advertí que sus manos estaban cerca de el, cerré mis ojos esperando lo peor, pero lo que sucedió me tomó por sorpresa, tenia puesto nuevamente el collar. Antes de retirar sus manos alcancé a ver su meñique... era ella, dios mio. 
El espectro quedó frente a mi y sonrió nuevamente, con la misma gracia que usó al acercarse  dio marcha atrás y se fundió nuevamente con el agua.  

"Si aun me amas, ya sabes donde estoy" Lentamente se sumergió en ella hasta que desapareció.
Mi cerebro y corazón estaban atormentados, tomé nuevamente el collar para ver la placa de identificación, pero en ella no había nada escrito, quizá porque en realidad ni siquiera yo sabia quien era, le di vuelta y mi sorpresa fue gigantesca cuando vi como aquella frase que decía "amor"  escrita en... en runas angelicales, brillaba con una luz dorada, me armé de valor y grité hasta que mi garganta se destrozó, pero aquel grito abrió las aguas de aquella ciénaga y dibujo unos escalones que bajaban hasta el lugar de tinieblas donde el espectro de mi amada descendió. Mi collar no dejaba de brillar, di un paso por esos escalones y luego otro y poco a poco comencé a decender hacia aquella impenetrable oscuridad, ¿iría en busca de ella? ¿o de mi mismo? no sabia, lo único que podía estar seguro era que me dirigía  a la locura, el camino a la perdición, a mis pesadillas... al mismísimo infralar

Continuará... Click aquí.



King Feria

Un dia en el Sub-mundo

Solía disfrutar de mi trabajo… no era el mejor pagado, ni el más común, pero solía disfrutarlo.  A veces ganarse un pedazo de pan aquí en el Infralar es más difícil que volver a nacer, ya que desgraciadamente vivimos en un universo desdichado.  Yo soy el sepulturero de los campos de agonía. Aquí donde vienen a parar las almas de todas aquellas bestias que murieron por una causa complicada y están pagando sus penas en este plano. Todas las noches bajo el cielo color violeta y las dos lunas del crisol comienzo a recorrer cada uno de los desolados páramos que los campos me ofrecen. Hay un total de doce, y cada noche debo recorrer tres de ellos asegurándome que  ningún no-muerto se escape de su maldita tumba. Solo debo llevar mi pala y sujetar mi lámpara con el tercer brazo que está en mi espalda. Mi cuerpo es obeso y negruzco, lleno de llagas, cicatrices y verrugas. Mis uñas son largas, por eso no uso zapatos, y mi cara… bueno mi cara, prefiero cubrirla con el rostro de un infeliz que trató de escapar.  
Todas las noches camino sin rumbo escuchando los quejidos y lamentos de los torturados que están en el primer campo, o como lo hemos nombrado “las tumbas de los que no se arrepienten”. Hay montículos de tierra muerta que se contraen hacia adentro y hacia afuera, como si fuera un pulmón, o un estómago. Mi deber es impedirlo: clavo mi pala lo más profundo que pueda y cuando escuche un lloriqueo es señal que el pútrido se ha calmado. Debo hacerlo con cada tumba que vea movimiento.
El segundo campo que debo recorrer esta noche es el de “los pecadores de cabeza”  almas torturadas condenadas a colgar de ganchos clavadas en su piel, sumergidos en el lago de la desdicha, sin poder ahogarse, sin poder salir, sufriendo cada vez más. Mi deber en este lugar es despertar a los que se encuentran dormidos de tanto dolor. Tiro de la enorme cadena que los sujeta y los saco del agua uno por uno. Tomo mi pala y pico la costilla del pútrido que saqué. Cómo me da gracia ver que se retuercen, y cuando ven mi cara, intentan gritar pero no pueden, ya que su boca esta cocida con hilo de tripa.
Por último, debo ir a la cripta de los criminales. Es el recorrido más largo de todos los campos, lleno de estructuras de roca sólida y cristales brillantes. Hay tantas que a veces hay una sobre otra.  Es raro este lugar. Llevo más de un siglo recorriéndolo y no encuentro aun solo pútrido que intente salir de los ataúdes que hay dentro de las criptas, es aburrido por que debo recorrerlo todo. Observando, analizando que no haya nada extraño… esta parte es la que más odio,  es una de las razones por la que no disfruto mi tra… escuché algo.
Viene de una de las criptas, ¿Qué es? Parece un llanto. No es sufrimiento, no es terror, tampoco es miedo, es un llanto de confusión. Me acerco al sonido, procuro no pisar el campo santo, así que no me alejo del sendero, pero llego a un punto donde es inevitable. Deberé disculparme con mi señor por este pecado más tarde. Recorro unos diez monolitos y llego a una cripta muy peculiar. No parece que haya nada interesante por fuera. Está hecha de roca y cristal, de un tamaño ciclópeo. No puedo ver en su interior, pero estoy seguro que lo que sea que produzca ese sonido se encuentra allí dentro. Me acerco al cristal y agudizo mi vista. Al fondo logro distinguir una hebra de color dorado, produce una luz que no es igual a ninguna que haya visto aquí.
— ¿Qué es lo que está allí adentro?,  regresa pútrido al agujero de donde saliste antes que decida entrar por ti.
No escucho respuesta, pero de pronto el llanto cesó, la pequeña luz dorada desapareció, y una silueta muy pequeña se acercó hacia el cristal que separaba los campos de Infralar con el interior de la cripta… parecía ser, era algo que jamás había visto.
— Tengo miedo — me dijo ese extraño ser.
La luz pudo al fin aclarar la figura que emergió del fondo del lugar y dibujo frente a mí una alimaña desconocida. No era un pútrido… los pútridos son masas de carne con pies, sin rostro, sin brazos, con una sola boca que les sirve para llorar todo el día y morderse la lengua. Pero esta cosa es diferente, tiene dos brazos, dos pies, una cabeza y es pequeño.
— ¿Qué clase de pútrido eres? —pregunté con una voz grave y profunda.
La criatura se espantó y volvió a meterse en la oscuridad. Lloró de nuevo. Quería entrar por él y tomarlo del cuello para callarlo pero era imposible, no se me permitía abrir la cripta más que en extrema necesidad.
— Deja de lamentarte extraña bestia y acepta tu sufrimiento, sal y regresa al agujero de donde saliste — Volví a gritar.
— No soy una bestia, soy un niño — Me contestó aquel extraño ser.
— ¿Un niño? ¿Qué es un niño? Pregunto yo.
Nuevamente, desconfiado, asustado, pero intrigado, se acercó a mí. 
— Yo soy un niño y tengo miedo, no sé dónde estoy — lloró de nuevo tallándose los ojos.
No sé qué hacer. No puedo dejarlo adentro, va en contra de las reglas, tampoco puedo enterrarlo en alguno de los campos, el libro de Infralar no menciona nada cerca de… “niños”, solo se me ocurre una cosa. Debo llevarlo con el gran ente. Él sabrá qué hacer.
—Sal de ahí Niño, te llevaré a ver al gran ente, el responderá nuestras preguntas.
—No quiero salir, estás muy feo —respondió.
¿Feo? ¿Qué era ser feo? No comprendo nada de lo que dice… ¿acaso se refiere a mi apariencia?
—Niño, no comprendo lo que me estás diciendo, ven y te sacaré de aquí.
Con más curiosidad que cualquier otra cosa el niño abrió la puerta de cristal. Sus ropas son de color blanco, con rayas azules, estaba limpio y descalzo al igual que yo, es lo único que tenemos en común. Mi ropa eran unos trapos sucios y mi cabello cubría la máscara de piel que llevaba puesta.
— ¿A dónde vamos? —preguntó.
—Iremos a ver al amo y señor de los campos, al ser supremo de todo Infralar, al que decide quién se queda y quien se va, quien regresa y quien no regresa, quien vive y quien mure… iremos con el gran Ente. —respondí orgulloso de mis palabras.
No dijo nada, se limpió su fosa nasal y asintió. ¿De dónde viene? Y a ¿Dónde va?, solo en gran Ente puede responder a eso, es mi deber pronunciar las palabras y romper el sello de invocación.
Azraeth, noctrch, du. —pronuncié mientras tomaba de la mano al niño.
Debajo de nuestros pies se dibujó un círculo como el color del cielo. El niño intentó soltarse y comenzó a llorar de nuevo, no se escapara. Lo tengo bien agarrado. Comienza el descenso a la torre invertida. Se siente como todos tus huesos se machacan y te vuelves una plasta de carne, no pasa nada, es normal. Es parte del hechizo. Nosotros no le tememos a la muerte ni al dolor, este niño no sé lo que le pasara. Pero juro por el crisol que si no deja de llorar lo voy a matar aquí mismo.
— ¡Quiero irme a casa! —aulló el niño.
De pronto la realidad volvió a la normalidad, nos encontrábamos en la torre invertida, una gran columna debajo de los campos, puedes ver las almas en pena danzando alrededor de la torre por las enormes ventanas que tiene. Allí justo al frente está el ataúd del gran ente.
—Señor de Infralar, le ruego que resuelva mi duda, no entiendo que es esta cosa y no sé qué debería de hacer con él.
El suelo comenzó a temblar y las cadenas rechinaron, unos aullidos llegaron desde el fondo del ataúd que se abrió de golpe mostrándonos a mi señor.
—Sepulturero, ¿qué te trae por aquí?  ¿Qué son esos lloriqueos? —preguntó.
El niño se soltó de mis garras y  buscó escondite en algun lugar de la torre, no hay escapatoria, nadie puede salir de este lugar si no conoce las palabras. Estaba asustado por la apariencia de mi señor. Media casi dos metros, delgado, como la rama del árbol más fino, una capucha hecha de restos de los pútridos cubre su cuerpo y en la cabeza lleva puesto una corona de huesos, ocultando sus ojos y nariz, solo dejando sus fauces al descubierto.
— ¡Tengo miedo, quiero irme a casa! — aulló nuevamente el niño.
Mi señor lo miró con un aire curioso y sombrío. Se deslizó entre las sombras y apareció a sus espaldas sujetándolo por los hombros.
—Quieto, no tengas miedo —ordenó mi señor. 
El niño se calmó enseguida, está bajo el control del gran ente. Le extendió la mano y caminaron recorriendo la sala hasta que llegaron a los escalones del pozo del saber. 
—Ven sepulturero acompáñanos — me dijo mi amo.
Caminé a su lado. El poso tiene forma de copa, hecho de huesos y madera. Una espiral con un líquido verdusco y  espeso.
—Miren dentro del pozo — ordenó.
Bajé la mirada, no vi nada, solo ese líquido verde. El niño hacia muecas, se quebraba, mi señor sonreía.
— ¿Qué pasa? —pregunté
—Es verdad sepulturero, tú no puedes ver lo que nosotros vemos, tú no tienes alma. Ven acércate.   
Obedecí a mi amo, puso su mano en mi cabeza. De repente comencé a ser invadido por imágenes extrañas. Dos sujetos observándome, sonriendo, ¿Por qué alguien quisiera sonreírme?, de repente una luz y sombras. Abrí los ojos, estoy en Infralar, en la cripta, el cielo es de color violeta y en lo alto están las lunas del crisol. Sacudo la cabeza y comienzo a llorar. Me arrincono en las sombras y escucho una voz… ¿el sepulturero? Soy yo, ¿pero qué hago allí si estoy aquí? A caso, ¿soy el niño? Una luz nuevamente. Di dos pasos hacia atrás, agité la cabeza y mi mascara cayó al suelo descubriendo mi rostro. El niño salió de su trance al verme y comenzó a llorar.
—No llores niño, no te hará nada, tú no deberías estar aquí —dijo el gran ente.
—Quiero irme a casa — contestó el niño.
—Sé que quieres irte, pero es difícil, mejor dicho no es lo mejor, tu espíritu está atrapado en el Infralar, un lugar alejado de tu plano astral. No puedo decir cómo llegaste aquí, pero eres afortunado, ya que si te quedas podrás vivir por siempre entre nosotros, en cambio sí regresas estarás condenado a ser un mortal y morirás tarde o temprano.
Mi amo se agachó para quedar a la altura del niño y se retiró su corona de huesos. Sus cuencas vacías se asomaron y se posaron sobre sus ojos. Una vez más parecía hipnotizado.
—Ahora te pregunto ¿deseas quedarte aquí con nosotros y vivir para siempre? O prefieres volver a tu mundo, con tus padres, aunque sea solo un segundo para verlos nuevamente.
El niño escuchaba atentamente la voz de mi amo, creí que una vez más comenzaría a llorar pero no lo hizo esta vez, se armó de valor y respondió.
—Quiero regresar con mis padres.
El gran ente enchueco la cara, hizo una mueca de disgusto y repulsión. Apretó los hombros del niño y dijo.
—Tus deseos son órdenes, pero recuerda mis palabras. Tu vida es solo un suspiro, pudiste quedarte en este plano toda la eternidad y ser uno más de nosotros. Ahora te condeno a padecer los horrores mortales y a sufrir en lo que ustedes llaman infierno —mi señor tomó el lazo brillante que estaba detrás de la cabeza del niño, esa pequeña y delgada línea de luz que había visto dentro de la cripta se la arrancó de golpe.
El niño comenzó a desvanecerse y el polvo de lo que fue su cuerpo se sumergió dentro del pozo del saber.  Miré como se fue y a mi maestro reír.
—Señor ¿Qué ha fue todo eso? —pregunté.
—Nada sepulturero, un error, un ser que habita en otra dimensión llegó aquí, pero ahora se ha ido.
—Y va a estar bien.
—Velo tú mismo.

Me acerqué al pozo y miré una vez más, ahora si podía ver algo. El mismo niño en una cama recostado, Estaban unos seres como él pero más altos en tamaño, llorando sobre su regazo. Eran los mismos lamentos que escuchaba cuando cumplía con mi deber. El niño se supone que regresó a su dimensión. No entiendo que pasa… a menos que mi señor haya tenido razón. Aquel niño solo vivió un suspiro más.