lunes, 27 de julio de 2015

sábado, 25 de julio de 2015

The Rake - El rastrillo

La historia de The Rake o El rastrillo lleva un tiempo en internet, a pesar de que muchos la conocen, no han profundizado en ella, verdad o mentira, fantasia o ficción, eso a final de cuentas no importa si cumple con el objetivo de intrigarnos y aterrorizar al mismo tiempo. Es por ello que dentro del blog, realizaré una investigación de todos los elementos de esta u otras creepypastas. 
Por el momento disfruten de la Creepypasta de The Rake.





Hace tres años, acababa de regresar de un viaje a las Cataratas del Niágara con mi familia por el 4 de julio. Estábamos exhaustos luego de conducir todo el día, así que pusimos a los niños en la cama y nos fuimos a dormir.



A las 4 de la madrugada me desperté con la idea de que mi esposo había ido al baño. Aproveché para jalar las sábanas, despertándolo en el proceso. Me disculpé y le dije que pensé que se había levantado de la cama. Cuando me vio, suspiró y retiró sus pies de la orilla de la cama tan rápido que su rodilla casi me tiró. Me agarró y no dijo nada.

Luego de ajustar mi vista a la oscuridad por medio segundo, fui capaz de distinguir qué causó la reacción. Al pie de la cama, sentado y viéndonos de lejos, había lo que pensé era un hombre desnudo, o un gran perro sin pelo de algún tipo. Su posición era perturbadora y no natural, como si hubiese sido arrollado por un auto. Por alguna razón no sentí miedo, sino preocupación por su condición. Hasta ese momento, estaba bajo la asunción de que debíamos ayudarlo.
Mi esposo estaba viendo sobre su brazo y la rodilla, doblado en posición fetal, ocasionalmente viéndome antes de regresar la mirada a la criatura.
En un movimiento veloz se arrastró hacia nosotros, a un lado de la cama, hasta quedar a poco menos de 30 cm. del rostro de mi esposo. Por medio minuto, en silencio, sólo le observó.
Se levantó y corrió al pasillo en dirección a los cuartos de los niños. Grité y fui tras él para detenerlo y evitar que los hiriera. Cuando llegué al pasillo, la tenue iluminación era suficiente como para verlo agachado y jorobado a unos 6 metros a la distancia. Estaba cubierto de sangre y tenía a Clara, mi hija. La arrojó bruscamente y huyó por las escaleras cuando mi esposo le disparó con su arma desde la habitación.

                                  
Una gran herida atravesaba el pecho de Clara y con esfuerzo se mantenía consciente. Llamamos por una ambulancia e inútilmente tratamos de detener el sangrado, mi esposo maldecía iracundo y lloraba descontrolado. Presenciar la vida de mi hija terminar me tenía paralizada y escuchar los lamentos de su hermano menor ante la situación fue insoportable. Sin darme mucha oportunidad de reaccionar mi esposo tomó a Clara y la llevó a la camioneta, desesperado por la ausencia de ayuda la encaminó él mismo al hospital. Estoy segura de haberla escuchado decir “Él es el Rastrillo” en una débil y esforzada voz previo a que dejara la habitación.
Impactaron violentamente contra un camión de carga que frecuentaba la ruta de nuestro pueblo, murieron casi instantáneamente.
En pocos días la noticia se movilizó entre los medios. La policía ayudó un poco al principio, y el diario local tomó mucho interés en ello. Pero nada jamás fue publicado, y la nota en las noticias locales nunca tuvo seguimiento.
Por varios meses, mi hijo Justin y yo nos quedamos en un hotel cercano a casa de mis padres. Después de que decidimos regresar a casa, comencé a buscar respuestas por mí misma. Eventualmente encontré a un hombre en otra ciudad vecina que tuvo una historia similar. Entramos en contacto y comenzamos a hablar de lo ocurrido. Conocía a otras dos personas que habían visto a la criatura que ahora llamaremos El Rastrillo, en Nueva York.
Nos tomó a los cuatro casi dos años de buscar en Internet y escribir cartas para obtener una pequeña colección de lo que creíamos que eran registros del Rastrillo. Ninguno dio detalles, historia o seguimiento. Una jornada involucraba a la criatura en sus primeras 3 páginas, y nunca mencionada de nuevo. El diario de un marinero no explicaba nada del encuentro, diciendo que el Rastrillo le ordenó largarse del puerto en el que recientemente había desembarcado. Fue la última entrada del diario.
Eran varias las instancias en que la visita de la criatura era una en una serie de visitas a la misma persona. Muchos daban registro de que el Rastrillo les habló, mi hija incluida en esos testigos. Esto nos llevó a preguntarnos si el Rastrillo nos había visitado anteriormente antes del último encuentro.
Puse una grabadora digital cerca a mi cama y la dejé corriendo por toda la noche, cada noche, por dos semanas. Oía con interés los sonidos cada día que me despertaba. Para terminar con la segunda semana, estaba acostumbrada al sonido usual del sueño mientras oía el audio a 8 veces la velocidad normal, por cerca de una hora diaria.
Casi a finales del primer mes oí algo diferente. Una voz aguda, estridente. Era el Rastrillo. No pude escucharlo lo suficiente como para transcribirlo. No había dejado que nadie lo oyera. Todo lo que sé, es que lo oí antes, y ahora sé que habló cuando estaba sentado frente a mi esposo. No recuerdo haberlo oído en ese momento, pero, por alguna razón, la voz en la grabadora inmediatamente me lleva de vuelta a ese momento.
Los pensamientos que debieron pasar por la mente de mi hija me hicieron enojar.
No he visto al Rastrillo desde que arruinó mi vida, pero sé que ha estado en mi habitación mientras dormía. Sé y temo que un día despertaré para verlo de pie, con su mirada vacía puesta sobre mí.

                                    

viernes, 24 de julio de 2015

Atormentado

Aun no he podido sacarla de mi cabeza desde aquella noche en que me enteré...el collar que llevaba alrededor de mi cuello me laceraba, así que tuve que arrancármelo. Lo sostuve en mis manos y lo miré, era una placa de identificación. Leí mi nombre en ella, y por detrás estaba escrito la palabra "amor" en un idioma casi perdido. "Lo forjaron los ángeles solía decirle a ella", ella... la que se fue, a la persona que traté de encontrar pero lo único que encontré fue locura y confusión. Encerrado en un mundo difuso que es mi mente, construyendo muros mas duros que el concreto y el acero. levantando y derrumbando pilares de recuerdos que solían ser hermosos pero en estos momentos me lastiman incluso más que aquel collar.  Alcé la mirada y arrojé mi último recuerdo a una ciénaga, en donde al caer y rozar la superficie del agua, esta comenzó a crear ondas produciendo un sonido ahogado. Una lágrima se escurrió por mi mejilla dejando escapar un suspiro y dándole la espalda...

Espera...
Escuché un siseo que venia del agua y al darme la vuelta, una mano delgada y descarnada surgió de ese maloliente lugar, llevaba mi collar, lo tomaba con sus dedos delgados y retorcidos... característicos de ella. 

"No puede ser" pensé.  "Ella no" 
Una dama, delgada,con un vestido blanco largo de novia, con luz propia y un aura gélida que helaba hasta los huesos surgió completamente del agua permaneciendo de pie frente a mí. 
Comencé a llorar porque era ella, o algo parecido a ella, algún ser que robó su apariencia. 
"Espera... mi amor... esto es tuyo... recuerdas...la blanca nieve..."  dijo mientras estiraba su delgado brazo tomando el collar. 
Si la recuerdo, recuerdo nuestro último momento juntos, tu sonrisa en aquella cabaña en las montañas, como caía la nieve... tu abrigo que compraste un día antes de la ventisca y ahora, eres un recuerdo.  
"¿En que te has convertido?" pregunté, esperando una respuesta, pero su rostro, no era igual, tenia la misma cara angelical, pero debajo de aquella luz verdosa, veía los huecos de carne faltante. 
"Tú dime" me respondió, mientras revelaba una sonrisa burlona. 
Una onda de aire sacudió todo el entorno, arrancando las hojas de los árboles, creando ondas en el agua, moviendo el vestido y los cabellos castaños de aquel espectro con la forma de mi amada.  
Me quedé quieto y en silencio, mirándola con ojos indiscretos pero curiosos. 
"En mis sueños he visto un lugar... una pesadilla, otro mundo, no creí que fueras a parar allí"
ignorando mis palabras el espectro en un acto imprevisto se deslizó hacia mi y comenzó a rodearme. No me podía mover, mas bien no quería moverme. tan solo dejé mi vista en las ondas de aquella agua pantanosa. 
"¿Aún me amas? preguntó y creó un eco en mi cabeza. 
"¿Qué si aun te amo?" apreté con fuerza mi puño y sin dudarlo respondí: "un día te amé, otro día te dejé de amar, no por haber querido, sino por obligación, y ahora me preguntas ¿qué si aun te amo?" 
Silencio, solo seguía rodeándome mientras flotaba en una danza esotérica.
"Una parte si... pero no puedo amar a esto que está frente a mí" El viento sopló nuevamente, entonces el espectro se detuvo a mis espaldas, comencé a sentir una onda de calor alrededor de mi cuello y advertí que sus manos estaban cerca de el, cerré mis ojos esperando lo peor, pero lo que sucedió me tomó por sorpresa, tenia puesto nuevamente el collar. Antes de retirar sus manos alcancé a ver su meñique... era ella, dios mio. 
El espectro quedó frente a mi y sonrió nuevamente, con la misma gracia que usó al acercarse  dio marcha atrás y se fundió nuevamente con el agua.  

"Si aun me amas, ya sabes donde estoy" Lentamente se sumergió en ella hasta que desapareció.
Mi cerebro y corazón estaban atormentados, tomé nuevamente el collar para ver la placa de identificación, pero en ella no había nada escrito, quizá porque en realidad ni siquiera yo sabia quien era, le di vuelta y mi sorpresa fue gigantesca cuando vi como aquella frase que decía "amor"  escrita en... en runas angelicales, brillaba con una luz dorada, me armé de valor y grité hasta que mi garganta se destrozó, pero aquel grito abrió las aguas de aquella ciénaga y dibujo unos escalones que bajaban hasta el lugar de tinieblas donde el espectro de mi amada descendió. Mi collar no dejaba de brillar, di un paso por esos escalones y luego otro y poco a poco comencé a decender hacia aquella impenetrable oscuridad, ¿iría en busca de ella? ¿o de mi mismo? no sabia, lo único que podía estar seguro era que me dirigía  a la locura, el camino a la perdición, a mis pesadillas... al mismísimo infralar

Continuará... Click aquí.



King Feria

Un dia en el Sub-mundo

Solía disfrutar de mi trabajo… no era el mejor pagado, ni el más común, pero solía disfrutarlo.  A veces ganarse un pedazo de pan aquí en el Infralar es más difícil que volver a nacer, ya que desgraciadamente vivimos en un universo desdichado.  Yo soy el sepulturero de los campos de agonía. Aquí donde vienen a parar las almas de todas aquellas bestias que murieron por una causa complicada y están pagando sus penas en este plano. Todas las noches bajo el cielo color violeta y las dos lunas del crisol comienzo a recorrer cada uno de los desolados páramos que los campos me ofrecen. Hay un total de doce, y cada noche debo recorrer tres de ellos asegurándome que  ningún no-muerto se escape de su maldita tumba. Solo debo llevar mi pala y sujetar mi lámpara con el tercer brazo que está en mi espalda. Mi cuerpo es obeso y negruzco, lleno de llagas, cicatrices y verrugas. Mis uñas son largas, por eso no uso zapatos, y mi cara… bueno mi cara, prefiero cubrirla con el rostro de un infeliz que trató de escapar.  
Todas las noches camino sin rumbo escuchando los quejidos y lamentos de los torturados que están en el primer campo, o como lo hemos nombrado “las tumbas de los que no se arrepienten”. Hay montículos de tierra muerta que se contraen hacia adentro y hacia afuera, como si fuera un pulmón, o un estómago. Mi deber es impedirlo: clavo mi pala lo más profundo que pueda y cuando escuche un lloriqueo es señal que el pútrido se ha calmado. Debo hacerlo con cada tumba que vea movimiento.
El segundo campo que debo recorrer esta noche es el de “los pecadores de cabeza”  almas torturadas condenadas a colgar de ganchos clavadas en su piel, sumergidos en el lago de la desdicha, sin poder ahogarse, sin poder salir, sufriendo cada vez más. Mi deber en este lugar es despertar a los que se encuentran dormidos de tanto dolor. Tiro de la enorme cadena que los sujeta y los saco del agua uno por uno. Tomo mi pala y pico la costilla del pútrido que saqué. Cómo me da gracia ver que se retuercen, y cuando ven mi cara, intentan gritar pero no pueden, ya que su boca esta cocida con hilo de tripa.
Por último, debo ir a la cripta de los criminales. Es el recorrido más largo de todos los campos, lleno de estructuras de roca sólida y cristales brillantes. Hay tantas que a veces hay una sobre otra.  Es raro este lugar. Llevo más de un siglo recorriéndolo y no encuentro aun solo pútrido que intente salir de los ataúdes que hay dentro de las criptas, es aburrido por que debo recorrerlo todo. Observando, analizando que no haya nada extraño… esta parte es la que más odio,  es una de las razones por la que no disfruto mi tra… escuché algo.
Viene de una de las criptas, ¿Qué es? Parece un llanto. No es sufrimiento, no es terror, tampoco es miedo, es un llanto de confusión. Me acerco al sonido, procuro no pisar el campo santo, así que no me alejo del sendero, pero llego a un punto donde es inevitable. Deberé disculparme con mi señor por este pecado más tarde. Recorro unos diez monolitos y llego a una cripta muy peculiar. No parece que haya nada interesante por fuera. Está hecha de roca y cristal, de un tamaño ciclópeo. No puedo ver en su interior, pero estoy seguro que lo que sea que produzca ese sonido se encuentra allí dentro. Me acerco al cristal y agudizo mi vista. Al fondo logro distinguir una hebra de color dorado, produce una luz que no es igual a ninguna que haya visto aquí.
— ¿Qué es lo que está allí adentro?,  regresa pútrido al agujero de donde saliste antes que decida entrar por ti.
No escucho respuesta, pero de pronto el llanto cesó, la pequeña luz dorada desapareció, y una silueta muy pequeña se acercó hacia el cristal que separaba los campos de Infralar con el interior de la cripta… parecía ser, era algo que jamás había visto.
— Tengo miedo — me dijo ese extraño ser.
La luz pudo al fin aclarar la figura que emergió del fondo del lugar y dibujo frente a mí una alimaña desconocida. No era un pútrido… los pútridos son masas de carne con pies, sin rostro, sin brazos, con una sola boca que les sirve para llorar todo el día y morderse la lengua. Pero esta cosa es diferente, tiene dos brazos, dos pies, una cabeza y es pequeño.
— ¿Qué clase de pútrido eres? —pregunté con una voz grave y profunda.
La criatura se espantó y volvió a meterse en la oscuridad. Lloró de nuevo. Quería entrar por él y tomarlo del cuello para callarlo pero era imposible, no se me permitía abrir la cripta más que en extrema necesidad.
— Deja de lamentarte extraña bestia y acepta tu sufrimiento, sal y regresa al agujero de donde saliste — Volví a gritar.
— No soy una bestia, soy un niño — Me contestó aquel extraño ser.
— ¿Un niño? ¿Qué es un niño? Pregunto yo.
Nuevamente, desconfiado, asustado, pero intrigado, se acercó a mí. 
— Yo soy un niño y tengo miedo, no sé dónde estoy — lloró de nuevo tallándose los ojos.
No sé qué hacer. No puedo dejarlo adentro, va en contra de las reglas, tampoco puedo enterrarlo en alguno de los campos, el libro de Infralar no menciona nada cerca de… “niños”, solo se me ocurre una cosa. Debo llevarlo con el gran ente. Él sabrá qué hacer.
—Sal de ahí Niño, te llevaré a ver al gran ente, el responderá nuestras preguntas.
—No quiero salir, estás muy feo —respondió.
¿Feo? ¿Qué era ser feo? No comprendo nada de lo que dice… ¿acaso se refiere a mi apariencia?
—Niño, no comprendo lo que me estás diciendo, ven y te sacaré de aquí.
Con más curiosidad que cualquier otra cosa el niño abrió la puerta de cristal. Sus ropas son de color blanco, con rayas azules, estaba limpio y descalzo al igual que yo, es lo único que tenemos en común. Mi ropa eran unos trapos sucios y mi cabello cubría la máscara de piel que llevaba puesta.
— ¿A dónde vamos? —preguntó.
—Iremos a ver al amo y señor de los campos, al ser supremo de todo Infralar, al que decide quién se queda y quien se va, quien regresa y quien no regresa, quien vive y quien mure… iremos con el gran Ente. —respondí orgulloso de mis palabras.
No dijo nada, se limpió su fosa nasal y asintió. ¿De dónde viene? Y a ¿Dónde va?, solo en gran Ente puede responder a eso, es mi deber pronunciar las palabras y romper el sello de invocación.
Azraeth, noctrch, du. —pronuncié mientras tomaba de la mano al niño.
Debajo de nuestros pies se dibujó un círculo como el color del cielo. El niño intentó soltarse y comenzó a llorar de nuevo, no se escapara. Lo tengo bien agarrado. Comienza el descenso a la torre invertida. Se siente como todos tus huesos se machacan y te vuelves una plasta de carne, no pasa nada, es normal. Es parte del hechizo. Nosotros no le tememos a la muerte ni al dolor, este niño no sé lo que le pasara. Pero juro por el crisol que si no deja de llorar lo voy a matar aquí mismo.
— ¡Quiero irme a casa! —aulló el niño.
De pronto la realidad volvió a la normalidad, nos encontrábamos en la torre invertida, una gran columna debajo de los campos, puedes ver las almas en pena danzando alrededor de la torre por las enormes ventanas que tiene. Allí justo al frente está el ataúd del gran ente.
—Señor de Infralar, le ruego que resuelva mi duda, no entiendo que es esta cosa y no sé qué debería de hacer con él.
El suelo comenzó a temblar y las cadenas rechinaron, unos aullidos llegaron desde el fondo del ataúd que se abrió de golpe mostrándonos a mi señor.
—Sepulturero, ¿qué te trae por aquí?  ¿Qué son esos lloriqueos? —preguntó.
El niño se soltó de mis garras y  buscó escondite en algun lugar de la torre, no hay escapatoria, nadie puede salir de este lugar si no conoce las palabras. Estaba asustado por la apariencia de mi señor. Media casi dos metros, delgado, como la rama del árbol más fino, una capucha hecha de restos de los pútridos cubre su cuerpo y en la cabeza lleva puesto una corona de huesos, ocultando sus ojos y nariz, solo dejando sus fauces al descubierto.
— ¡Tengo miedo, quiero irme a casa! — aulló nuevamente el niño.
Mi señor lo miró con un aire curioso y sombrío. Se deslizó entre las sombras y apareció a sus espaldas sujetándolo por los hombros.
—Quieto, no tengas miedo —ordenó mi señor. 
El niño se calmó enseguida, está bajo el control del gran ente. Le extendió la mano y caminaron recorriendo la sala hasta que llegaron a los escalones del pozo del saber. 
—Ven sepulturero acompáñanos — me dijo mi amo.
Caminé a su lado. El poso tiene forma de copa, hecho de huesos y madera. Una espiral con un líquido verdusco y  espeso.
—Miren dentro del pozo — ordenó.
Bajé la mirada, no vi nada, solo ese líquido verde. El niño hacia muecas, se quebraba, mi señor sonreía.
— ¿Qué pasa? —pregunté
—Es verdad sepulturero, tú no puedes ver lo que nosotros vemos, tú no tienes alma. Ven acércate.   
Obedecí a mi amo, puso su mano en mi cabeza. De repente comencé a ser invadido por imágenes extrañas. Dos sujetos observándome, sonriendo, ¿Por qué alguien quisiera sonreírme?, de repente una luz y sombras. Abrí los ojos, estoy en Infralar, en la cripta, el cielo es de color violeta y en lo alto están las lunas del crisol. Sacudo la cabeza y comienzo a llorar. Me arrincono en las sombras y escucho una voz… ¿el sepulturero? Soy yo, ¿pero qué hago allí si estoy aquí? A caso, ¿soy el niño? Una luz nuevamente. Di dos pasos hacia atrás, agité la cabeza y mi mascara cayó al suelo descubriendo mi rostro. El niño salió de su trance al verme y comenzó a llorar.
—No llores niño, no te hará nada, tú no deberías estar aquí —dijo el gran ente.
—Quiero irme a casa — contestó el niño.
—Sé que quieres irte, pero es difícil, mejor dicho no es lo mejor, tu espíritu está atrapado en el Infralar, un lugar alejado de tu plano astral. No puedo decir cómo llegaste aquí, pero eres afortunado, ya que si te quedas podrás vivir por siempre entre nosotros, en cambio sí regresas estarás condenado a ser un mortal y morirás tarde o temprano.
Mi amo se agachó para quedar a la altura del niño y se retiró su corona de huesos. Sus cuencas vacías se asomaron y se posaron sobre sus ojos. Una vez más parecía hipnotizado.
—Ahora te pregunto ¿deseas quedarte aquí con nosotros y vivir para siempre? O prefieres volver a tu mundo, con tus padres, aunque sea solo un segundo para verlos nuevamente.
El niño escuchaba atentamente la voz de mi amo, creí que una vez más comenzaría a llorar pero no lo hizo esta vez, se armó de valor y respondió.
—Quiero regresar con mis padres.
El gran ente enchueco la cara, hizo una mueca de disgusto y repulsión. Apretó los hombros del niño y dijo.
—Tus deseos son órdenes, pero recuerda mis palabras. Tu vida es solo un suspiro, pudiste quedarte en este plano toda la eternidad y ser uno más de nosotros. Ahora te condeno a padecer los horrores mortales y a sufrir en lo que ustedes llaman infierno —mi señor tomó el lazo brillante que estaba detrás de la cabeza del niño, esa pequeña y delgada línea de luz que había visto dentro de la cripta se la arrancó de golpe.
El niño comenzó a desvanecerse y el polvo de lo que fue su cuerpo se sumergió dentro del pozo del saber.  Miré como se fue y a mi maestro reír.
—Señor ¿Qué ha fue todo eso? —pregunté.
—Nada sepulturero, un error, un ser que habita en otra dimensión llegó aquí, pero ahora se ha ido.
—Y va a estar bien.
—Velo tú mismo.

Me acerqué al pozo y miré una vez más, ahora si podía ver algo. El mismo niño en una cama recostado, Estaban unos seres como él pero más altos en tamaño, llorando sobre su regazo. Eran los mismos lamentos que escuchaba cuando cumplía con mi deber. El niño se supone que regresó a su dimensión. No entiendo que pasa… a menos que mi señor haya tenido razón. Aquel niño solo vivió un suspiro más. 


jueves, 23 de julio de 2015

La historia inconclusa.

De las sensaciones más tristes que puedes tener, es acceder al recuerdo de una persona a la que amaste profundamente en un pasado ahora ya muy distante, sin embargo a pesar de suspirar mientras escribo esta entrada viene a mi una de las historias más curiosas que he vivido.  

Dejo que tu la cuentes...

Han pasado un poco más de dos años desde que olvidé aquella imagen, una imagen que me perturbó a tal grado que impidió que pudiera seguir pasando las noches en vela. 
Cuando todo comenzó era una estudiante de preparatoria, una excelente alumna que sacrificaba sus noches para no solo hacer mis deberes si no adelantar los de la próxima semana... si, lo se, esto puede escucharse como un poco "ñoño" de mi parte pero la verdad es que lo hacia para poder tener más tiempo el fin de semana. Y hablando un poco del fin de semana, mi novio, más que ayudar, se pasaba viendo una de esas webs donde la gente comenta cualquier tontería para llamar la atención. 
"Qué estas viendo" pregunté. 
"Mira, es una historia de terror" respondió.
Nunca me han gustado las historias de terror, ni siquiera las películas, pero a veces, solo por complacer, a aquella persona especial eres capaz de fingir interés, así que dejé que me relatara la historia.

"ya había pasado más de media noche, y mis padres aun no regresaban. Comencé a sentirme un poco inquieto, pero eso no impidió que fuera a la puerta principal al escuchar que alguien llamaba, la abrí y no se encontraba nadie, salí hasta el patio para estar seguro de que no fue ningún bromista nocturno, pero fallé al encontrarlo. al regresar y cerrar la puerta, me di cuenta que más de la mitad de ella estaba destrozada como si cientos de garras la hubieran tratado de derribar."



"¿Qué harías si a ti te pasara lo mismo?" preguntó.
Después de pensarlo un momento, reí y respondí una obscenidad absurda, debo admitir que estaba un poco nerviosa y con el paso del tiempo la noche se adentro más. Mi novio se despidió de mí y cuando se marchó. El sonido de la puerta de madera al cerrarse me hizo retroceder y una sensación fría recorrió todo mi cuerpo. La puerta de la fotografía era idéntica a la mía y no me di cuenta hasta ese momento. Sin embargo sabia que era absurdo, así que decidí dedicarme a mis deberes y tratar de olvidar todo el asunto. Me senté en la mesa del comedor y encendí nuevamente mi portátil, comencé a escribir un reporte sobre los problemas económicos... o algo por el estilo. El tiempo pasaba y no me daba cuenta que tan tarde era, solo sentía el cansancio en mis ojos y una leve corriente de aire que asolaba mi cuello, me rasqué y comencé a agitarlo de lado a lado para liberar tensión mientras la impresora hacia su trabajo, me puse de pie y cuando creí que olvidé el asunto, nuevamente sentí esa sensación. Mi trabajo no se imprimió, en cambio, lo que salió en la hoja de papel fue aquella fotografía de la puerta rasguñada, era absurdo ya que apagué mi portátil, incluso tenia todas las ventanas de Internet cerradas mientras trabajaba en mi reporte. Traté de pensar con lógica pero la verdad es que no podía, así que llamé a mi novio para tratar de esclarecer lo sucedido, pero su teléfono estaba desconectado... Esperen... Esa vez me contestó, en estos momentos ya no más, ya no está conmigo. Esta historia pasó hace dos años y yo sigo aquí de pie, observando aquella puerta, con una hoja en mis manos, con una imagen similar de un objeto rasguñado, en aquel momento sus palabras me tranquilizaron, esta vez no, sus palabras se perdieron. Sus palabras son un recuerdo de lo que un día fue. y si no es el, alguien más rasguñará mi puerta como la de aquella fotografía. Solo quiero que termine y nunca más volver a llorar. Nunca más volver a recordar.

Aun no es tarde...

King Feria.


La Corona, la brecha y el velo.


Sospecho que la verdadera razón de mi existencia se debe únicamente a la suerte, ya que no puedo dar crédito a lo que mis ojos han visto los últimos días y ponen en duda mi salud mental. Ahora me encuentro en la esquina de una habitación, esperando, a que por fin lleguen. Escribo esto para dejar un testimonio de lo que fue el caso más inusual que jamás llegué a resolver y aun conociendo al culpable, para mí o para cualquier ser viviente es o será imposible atraparlo.
Sábado, a las 2:37 A.M. del mes de mayo respondí el teléfono celular con una voz áspera y hostil. Albert, la única persona que consideraba un amigo dentro de la fuerza policiaca, fue quien interrumpió mi sueño a tan extraña hora. Impulsado por la curiosidad escuché atentamente su historia. Hace unos minutos la policía acudió a la casa del Dr. Herbert, maestro de la universidad de ciencias del nuevo mundo, debido a que, según todas las pruebas encontradas, había sido asesinado. Ni la noticia, ni la voz de Albert, ni siquiera la corriente de aire frio que corría por mi entre pierna hizo que me alterara. Sin embargo, mi buen amigo no me iba a dar más explicaciones hasta que estuviera en la escena del crimen, probablemente sabía en el fondo que al escucharlas me iba a reusar a investigar el caso aun cuando mi trabajo se trataba de eso.  La vida de un detective privado no es nada fácil, a veces, como en esa ocasión, te despiertan a mitad de la noche para salir a lo que quizás haya sido la lluvia torrencial más fuerte de los últimos diez años. Una vez en el camino repasé las pocas palabras que Albert se dignó a compartir “Esto es algo inusual, tú sabes muy bien que si no necesitáramos tu ayuda no te hubiéramos llamado”, trataba de construir una imagen mental de los hechos, pero no podía imaginar algún escenario que haya perturbado tanto a la policía. Al llegar a la residencia del Dr. Herbert, aparqué mi auto en la entrada principal de su enorme mansión estilo victoriano. Albert me estaba esperando en la puerta principal, al abrirla y cruzar al vestíbulo advertí que las luces tenues de la mansión creaban el escenario perfecto para perpetrar un crimen. Estábamos en silencio mientras caminábamos hacia donde  sucedió el altercado, ni siquiera un saludo salió de nuestras fauces, yo estaba demasiado concentrado, observando cada rincón sin encontrar nada extraño a la vista. Albert decidió romper el silencio
—Hoffman, lo que estás apunto de ver es… bueno, extraño — Mi cara era la de una piedra, pregunté si estaba alguien más en la mansión, pero respondió que éramos los únicos, que la policía hizo lo que tuvo o más bien lo que pudo hacer y se fue. Al final de un corredor estaba una puerta color marrón, no era la de una habitación normal ya que era más grande que las otras. Cuando Albert abrió la puerta, llegó a mí un olor nauseabundo, era como estar en un matadero, olores de animales muertos, mierda y sangre. Pensé en fulminar a Albert con la mirada por no advertirme de semejante hediondez pero mi atención fue captada instantáneamente al darme cuenta de los cientos de libros destruidos que cubrían el suelo formando un tapete de hojas y portadas desechas. Las cortinas de la habitación fueron arrancadas y estaban debajo de la única ventana. Los libreros estaban vacíos y los demás artefactos derrumbados pero no destruidos. Era interesante tratar de deducir que pasó allí, no había sangre, ni señales de forcejeo, solo era un sucio estudio. Incluso Llegué a pensar que era una broma. Giré mi cabeza para ver a Albert, pero él, al verme me contestó, cómo prediciendo lo que iba a reprocharle.
 —Todo lo que estás viendo está como lo encontramos, nada fue alterado. — ¿Qué es lo que tienen?, o ¿qué pasó aquí? — pregunté tratando de darme una idea.  Albert me contó los hechos a detalle: El departamento de policía recibió una llamada a la 1:37 A.M. Era la esposa del Dr. Herbert. La mujer reportó un incidente dentro de su propiedad, había escuchado alaridos que venían del estudio de su marido. Intentó abrir la puerta, pero las bisagras estaban muy calientes. Cuando la policía llegó, se dirigieron nuevamente al estudio, Albert fue el primero en adentrarse, embistió la puerta y lo que encontró fue una habitación completamente oscura, solamente alumbrada por los relámpagos que caían en el exterior a causa de la tormenta. Oyeron sollozar a una persona y en la esquina, cubierto con una frazada estaba el ayudante de doctor en un estado catatónico, solo repetía una y otra vez “que el profesor estaba muerto”. No podían hacer que su ayudante confesara lo que había pasado, era el único testigo y principal sospechoso al mismo tiempo. La policía al ver el estado de locura en que se encontraba decidió mandarlo a la única institución mental de la ciudad. Buscaron en las inmediaciones de la propiedad, dentro y fuera de la mansión pero el Dr. Herbert simplemente había desaparecido. Le pedí a Albert que me dejara solo. Comencé por las esquinas de la habitación, buscando algo que no debiera estar allí. Seguí por los libreros vacíos  y el escritorio, todo normal. Estaba empezando a dudar de mi capacidad de deducción cuando de pronto encontré algo bastante interesante. Todos los libros estaban deshojados, con excepción de uno. Se encontraba casi debajo del escritorio, tenía una cubierta de piel color morado, no tenía algo que lo diferenciara de los demás escombros con excepción que conservaba aun todas sus páginas. Al hojearlo, descubrí que era una bitácora perteneciente al Dr. Herbert, escrita con una caligrafía bastante pobre. Dibujos, frases crípticas que no conducían a ningún lado y nombres de cosas que jamás había oído mencionar. En la primera página rezaba “La corona sirve para cruzar la brecha y formar una vitrina invisible dentro del velo”. ¿La brecha? ¿El velo? ¿Qué coño era la brecha y el velo? ¿La corona?, no podía contarle a Albert mi descubrimiento, si le contaba de la bitácora lo más seguro era que la policía la terminara confiscando, es por eso que la guarde en mi abrigo. Al salir de la habitación Albert preguntó si tenía algo, mentí, argumenté que en unas horas iría a visitar al ayudante del Dr. Herbert. Mi amigo no tuvo objeción así que decidió que era todo por esa noche. Volví a casa, abrí el refrigerador y saqué una botella de vino, me serví una copa mientras seguí pasando las páginas. En cada una de ellas estaba algo que no entendía, a veces páginas completas sin sentido. Muchas de ellas mencionaban alguien, o algo más bien “Al hombre con llagas y pus”  ¿Quién era el hombre con llagas y pus? ¿A qué se refería? Por la mañana, antes de que las campanas de la iglesia sonaran indicando la misa de diez, tomé el metro para llegar a la institución mental. Únicamente llevaba conmigo la bitácora, decidí ir por este medio para poder leerla y una vez más me vi abrumado con la ansiedad de querer destrozar la libreta al no comprender ni la mitad de las cosas, no explicaba nada sobre lo que ere la brecha o lo que era el velo claramente, solo algunos párrafos como este podía rescatar  “La corona sirve como la llave para abrir la entrada hacia la brecha que cruza el umbral, como una vitrina invisible y se queda estática en el velo. Solo una vez lo vimos, pero no estamos seguros si él nos pudo ver.” Al llegar a la institución y hablar con la enfermera encargada de recibir a los visitantes, autorizó mi entrada. Albert, previamente comunicó mi presencia por lo que no tuve muchos problemas para entrar. Caminé por unos pasillos detrás de la enfermera, podía escuchar risas y llantos que venían de las habitaciones. Al igual que una cárcel, este lugar estaba divido por bloques y por lo visto en este estaban lo más locos. Cuando estuve frente a la puerta del ayudante del Dr. Herbert, saqué una servilleta donde había escrito su nombre, “Timothy” la enfermera sacó su juego de llaves y me dejó pasar, “treinta minutos” me dijo y se fue. La habitación era de color blanco, poco iluminada, apenas había sombras dentro de ella, solo una cama y una silla. Nadie en la habitación, o por lo menos eso creí en primera instancia, al observar detenidamente me di cuenta que las sabanas de la cama estaban colgando de los bordes de ella. Tomé la silla y la arrastré cerca de allí, me senté y comencé a escuchar unos susurros, alguien estaba debajo.
 — ¡Timothy! —dije en voz alta. — Soy el detective Hoffman, no me importa lo que te haya pasado y no me interesa donde está el Dr. Herbert, si tu no lo mataste dime cualquier cosa que pueda ayudarme a atrapar a este criminal — nunca he sido reconocido por mi tacto con los testigos y mucho menos con los sospechosos, a pesar de que mi objetivo era encontrar al doctor, mi verdadero propósito era atrapar al responsable de su desaparición o posible asesinato.
Escuchaba como Timothy sollozaba allí en su escondite, murmuraba algo detrás de cada lágrima que derramaba. Me puse de pie y acto seguido me arrodillé para pegar mi oreja lo más cerca posible de las sabanas.
—Está muerto, los gusanos se lo comieron, está muerto, los gusanos, esos gusanos que viven y se arrastran en las sombras, aquel hombre, me estaba viendo, nos vio y mandó a los gusanos.
—De nuevo estaba frente a algo más allá de mis conocimientos, frente a la locura misma, sin embargo traté de seguir el juego y pregunté.
— ¿Todo esto tiene que ver con el hombre de llagas y pus que menciona los apuntes del Dr. Herbert?
—El hombre de llagas y pus, el hombre de llagas y pus, el hombre de llagas y pus, el hombre de llagas y pus, el hombre de llagas y pus, el hombre de llagas y pus, el hombre de llagas y pus. Timothy comenzó a perder el control, pateó la cama violentamente. Me puse de pie y busqué alejarme mientras dejaba salir su rabia. La puerta se abrió y entró una enfermera, en ese instante Timothy se detuvo.
—Acércate detective — me dijo con una voz normal, cómo si jamás hubiera sido aquel fenómeno debajo de una cama. Volví a acercarme a su escondite y pegué nuevamente mi oído en la sabana. 
— ¿Qué pasa? — pregunté. — El hombre con llagas y pus te verá, no te pongas la corona, es mentira, no serás invisible como decía el doctor fue un mentiroso, todos murieron, todos los demás están muertos, sus gusanos se los comieron… así como te comerán a ti.
De repente sentí unas manos alrededor de mi cuello, Timothy o lo que parecía ser Timothy me sujetó con tanta fuerza que sentí como si mi tráquea estuviera a punto de quebrarse. Mi reacción no fue espontanea, solamente sujeté sus muñecas delgadas y debajo de las sabanas, en las sombras vi los ojos de un demente apunto de matarme.  Cuando creí que iba a morir la presión que ejercía en mi cuello cesó, alguien me había ayudado, eran dos enfermeros, sujetaron a Timothy y lo sacaron debajo de la cama para ponerle una camisa de fuerza.
—La luz, no puedo estar en la luz, él me va a ver así como yo lo vi. Dios mío, por favor, apaguen la luz o nos va a ver.
—Estaba recuperando el aliento y la enfermera que me estaba auxiliando me ayudó a ponerme de pie, me tomaba del brazo pero la retiré argumentando que podía caminar solo, salí de la institución  y decidí tumbarme en los escalones a la entrada. Estaba mareado y confundido, cerré los ojos, en mis recuerdos no había sido un hombre lo que me atacó sino otra cosa, sentía que me volvía loco pero no podía claudicar por los gajes del oficio y mi propio orgullo. De repente sonó mi teléfono celular, eso me hizo sobresaltar. Al revisar el identificador, me di cuenta que era Albert, era extraño que me hablara a estas horas, lo más seguro es que dentro de la institución mental le hayan comunicado el percance que tuvimos Timothy y yo. Al no ver otra opción contesté:
— ¿Albert? —Hoffman, ¿dónde putas estas? — gritó Albert. Sentí un hervor en la sangre porque no toleraba que alguien me hablara así, pensé en responderle pero antes de poder contestarle siguió hablando.
—Acabo de recibir una llamada de la institución donde estaba nuestro único testigo. Me dijeron que viniste a verlo y converso contigo, pero después de unos minutos tuvo un ataque de ansiedad… Hoffman ¿Qué mierda le dijiste para que se pusiera así? —permanecí en silencio.
— ¿No vas a responder?  Pues déjame decirte hijo de la gran puta que Timothy se acaba de suicidar, se cortó su lengua a mordidas y se asfixió con ella. Me quedé helado, no era posible, pasaron solo unos minutos desde que salí de allí, o eso creía, a decir verdad no estaba completamente seguro de cuánto tiempo había pasado.
—Sigues sin decir nada, estás en problemas — dijo Albert. —Necesito verte, ahora mismo, ven a verme a las fuentes donde descansábamos antes —le dije.
Albert se quedó callado, pero al no ver otra opción aceptó acompañarme. Cuando éramos jóvenes, y él era un simple oficial de policía, y yo un aprendiz de detective, salíamos a la hora de comer a esas fuentes, era un área verde poco conocida, algo maltratada y con el paso de los años finalmente abandonada. Pero allí estábamos como si nada hubiera pasado, sin embargo éramos consientes que si pasaba algo y muy grave.
— ¿De qué quieres hablar? —preguntó Albert. De mi abrigo saqué la bitácora y se la mostré, su cara fue de enojo más no de sorpresa, no era la primera vez que me quedaba con una pista que el departamento de policía pasó por alto.
 —Necesito saber si encontraron algo más. La libreta habla de una corona ¿Dónde está? Albert no hizo ni un gesto, cerró la libreta y me la entregó como si no hubiera tenido importancia.
—Hoffman, todo esto es una estupidez, en la policía hemos dado el caso por cerrado, coincidimos en que es una tontería, el profesor lo más seguro es que esté fuera de la ciudad. —Pero su esposa testifico. —Ya no es su esposa, ese día se separó de él, ella no sabía si de hecho estaba en la casa a esa hora.
—Albert, lo que me estás diciendo es una pendejada, ¿te das cuenta lo que dices?  Por dios, hay un desaparecido… y un muerto, definitivamente algo ocurrió esa noche y tengo que descubrir que fue.
—Vas a dejar este caso cabrón y jamás mencionaras nada acerca de lo ocurrido me entiendes, y si te veo metiéndote en donde no te importa te llevaré preso, sin importar cuanto cariño te tenga Hoffman.  Guardé la bitácora nuevamente y sin decir palabra alguna di media vuelta y me fui. Albert ya me conocía por eso no actué de inmediato, esperé dos noches y entré a escondidas al edificio de la policía. La ventaja de vivir en una ciudad pequeña es que no se necesitas mucha seguridad, a esa hora el edificio estaba prácticamente vacío, no había cámaras de seguridad, y lo mejor era que los únicos que quedaban ni siquiera eran policías.  Me escabullí hasta el cuarto de archivos, allí, basado en un dibujo que estaba en la libreta busque “la corona”. Saqué el expediente de la noche de la desaparición o posible asesinato del Dr. Herbert y justo al lado de este estaba una bolsa plástica que contenía un artefacto metálico. Era un simple aro de metal.  Lo guardé en mi abrigo y salí de ese lugar. No podía ir a mi departamento porque no estaba seguro cuanto tiempo iba a tomarme investigar acerca de la corona, decidí alojarme en un motel a las afueras de la ciudad, una vez dentro y sin que nadie me molestará saqué la corona y la dejé sobre la cama. Comencé a hojear página tras página hasta que encontré con algo que parecía ser las instrucciones. “Una vez que la oscuridad cubra todo el lugar, la corona deberá ponerse sobre la cabeza del voluntario quien caerá en un trance inducido por la misma, por ningún motivo deben permitir la luz aparezca o él se dará cuenta” Todo esto era una estupidez, no sabía por qué lo hacía, jamás creí en los cuentos de hadas ni mucho menos en lo paranormal, pero esto me estaba carcomiendo la mente. Tenía que descubrir si era verdad lo que aquellos locos afirmaban, así que apagué todas las luces, desconecte los aparatos eléctricos y me aseguré que no entrara ninguna luz como decía la bitácora. Solo existía algo que me incomodaba un poco, “él” ¿Quién era él? — El hombre con llagas y pus — me dije.

Me recosté sobre la cama y cerré los ojos, me puse la corona en la cabeza. Al principio nada, pero de pronto me dio mucho sueño, sentí como si estuviera en una licuadora o un retrete, a mi mente solo venia la frase “La corona sirve para cruzar la brecha y una vez dentro del velo estarás en una vitrina invisible”  una y otra vez,  hasta que recordé lo que Timothy me dijo días antes “el hombre con llagas y pus te verá no serás invisible”  de pronto desperté. Moví mis ojos de lado a lado, solo oscuridad, reí un poco, sabía que era una tontería, intenté quitarme la corona, me quedé helado, no estaba. Me puse de pie pero la cama también había desaparecido, solo era una oscuridad infinita. A pesar de todas las dudas que tenía comencé a caminar sin rumbo, con la esperanza de toparme un muro o algo similar. Caminé sin encontrar nada, me senté y traté de mantener la calma. “Si lo que Timothy vivió fue esto, no tengo dudas de cuál fue la razón de su locura”  ¿Dónde estoy?  ¿Acaso es la brecha? Pensé. Comencé a alterarme y a ponerme muy inquieto, mi desesperación iba en aumento, no veía ni siquiera mis manos cuando me las ponía enfrente. Estaba demasiado ocupado pensando en esto que no me di cuenta que había un sonido, diferente a cualquiera que haya escuchado antes, era como si algo jadeara mientras se arrastraba, me quedé quieto sin hacer ningún ruido, algo se acercaba a mí en la oscuridad. A lo lejos pude distinguirlo, una figura humanoide bañada de luz propia, completamente desnudo, arrastrando sus enormes brazos, su cabello resguardaba la mayor parte de su rostro, estaba cubierto de llagas y de las mismas salían gusanos que entraban de una, solo para sumergirse en la otra,  y cada vez que pasaba eso, de sus llagas brotaba un pus sanguinolento y mal oliente. No me había visto o eso creí, me quedé quieto luchando con el impulso de salir corriendo, mi razón me decía que no podía verme pero quizá podía escucharme. Cuando estuvo a escasos dos metros  de mí, sentí como mi corazón se detenía y mi respiración se aceleraba, su olor era repugnante, olía exactamente igual que el estudio del Dr. Herbert, se quedó quieto, sabía que estaba allí.

—Puedo sentirte —dijo aquella criatura, con una voz forzada, como si apenas hubiera aprendido a hablar. No respondí.  
—Sé que estas en la oscuridad, a diferencia de los otros dos que han venido, tú no has perdido el control
—se giró sobre sí mismo enrollándose con sus enormes brazos, eran tan delgados que parecían tentáculos.
Lo intenté, juro que lo intenté, pero no pude quedarme callado, así  que abrí mi boca y pronuncié una oración esperando lo peor. ¿Quién eres? Aquella bestia jadeó pero no en señal de ataque sino más bien de burla.
—Soy el guardián, el cazador, el afligido, el abrumado, el estéril, el único, la llave y la cerradura que cruza el velo y te lleva al infralar.

Aquel ser se volteó a mí y con su mano se descubrió el rostro, con su único ojo amarillento disparó a mí un haz de luz que se estrelló directamente en mi cabeza, perdí el conocimiento, y mientras era tragado al mundo de los sueños pude escuchar nuevamente su voz “Ahora puedo verte” Cuando volví en sí, me quité de la cabeza la corona, sentía como si hubiera bebido toda la noche y me hubiera levantado con una de las peores resacas que nunca tuve, — ¿Había sido un sueño? —Me pregunté, encendí la luz del cuarto de baño. Comencé a lavarme la cara y ver mi reflejo, solo el sonido del agua y el del salpicadero que tenía, me lavé tres veces el rostro, quise hacerlo una cuarta vez pero me quedé quieto, junto con el agua estaba otro sonido, cerré el grifo con la esperanza de que cesara, comencé a helarme porque era el mismo sonido que escuché en la oscuridad. En el reflejo del espejo noté que debajo de la sombra que hacia el retrete estaba saliendo algo poco a poco, era uno de los gusanos que aquella figura humanoide llevaba consigo, de pronto dentro de mi cabeza escuché “te encontré” uno de aquellos gusanos saltó hacia mí, me incliné hacia atrás y por fortuna pude esquivarlo, creí que se estrellaría contra el espejo pero de alguna manera logró atravesarlo sin siquiera dejar alguna marca y la superficie. Sin perder el tiempo a detenerme a revisar si todo esto había sido producto de mi imaginación salí del cuarto de baño y hui del lugar dejando todas mis pertenencias dentro de la habitación con excepción de mi abrigo. Busqué ir hacia mi vehículo pero conforme iba avanzando veía en las sombras a los gusanos salir y entrar a voluntad, me metí al auto y con una mano temblorosa logré ponerlo en marcha, de pronto recordé lo que leí en la libreta días atrás, “En la oscuridad él no puede verte” y pensé porqué Timothy estaba debajo de la cama, porque cuando Albert llegó a la escena del crimen estaba completamente oscura, y porque la bitácora exigía que no hubiera ningún tipo de luz.

Aceleré sin mirar atrás y pisé el acelerador a fondo, conduje con las luces apagadas rogando a dios que ningún vehículo se cruzara por mi camino y me alumbrara. Cuando me calmé un poco sentí que la suerte estaba de mi lado, el cielo estaba cerrado, y no había nada que pudiera crear tan solo una sombra. No escuchaba ningún ruido que me advirtiera de la presencia de aquellas criaturas, y aquel hombre no había vuelta a meterse en mi cabeza, acaso ¿había logrado escapar? O tan solo se burlaba de mí. Mi mente era un mar de ideas ilógicas y razonamientos sin sentidos, comencé a llorar y a cuestionarme si en verdad pasaba lo que estaba pasando, apreté fuertemente el volante y grité al viento maldiciendo mi suerte. Sudaba frio y temblaba a pesar del abrigo que llevaba puesto.
La calma no duró mucho, porque dentro de mí, aquella voz me decía en apenas un siseo “te encontraré” una y otra vez, era lo único que escuchaba. Pero no, no me encontrara, jamás me iba a dejar atrapar. Levanté la vista y divisé el lugar perfecto para poner fin a esto. Delante de mí a unos cuantos metros estaba el pueblo minero de Cerrotajo, un lugar abandonado hace décadas por la extinción de su única mina de carbón.

 Aún estaba oscuro pero podía ver por el rabillo del ojo a los gusanos acercándose, repasé los últimos días desde que encontré la bitácora, no dejé nada al aire, las imágenes pasaban frente a mi tan rápidamente como si aquellos días se hubieran resumido en unos segundos, una vez más grité lo más fuerte que pude y caí de rodillas al suelo envuelto en un mar de lagrimas. Me adentré en una de las muchas casas abandonadas, me senté en un rincón, saqué la libreta y mi bolígrafo, con dificultad comencé a escribir el caso más inusual que jamás logré resolver, tenía al culpable, pero desconozco lo que era esa cosa…esas cosas, nunca sabré si en realidad todo fue parte de una alucinación o en realidad existió aquel ser, tal vez  producto de una demencia que va en aumento por tantos años de servicio, o quizá la corona fue la causante de un daño irreversible a mi cerebro. Claro que no, sus gusanos me están buscando, oliendo, me ven y aquella figura humanoide está burlándose desde algún lugar en aquella maldita oscuridad, casi puedo verlo, con su único ojo amarillento, pero no le daré esa satisfacción, no permitiré que sus engendros se den un festín con mi cuerpo o me lleven o transformen en una criatura como él, prefiero ir a mi propio infierno, confió en que dios me perdonara, solo necesito una bala de mi pistola, una bala en mi cabeza, solo una, para que todo termine y de esa manera poder aliviar mi locura.  
KING FERIA

lunes, 20 de julio de 2015

La vecina

Soy escritor, pero esto que vas a leer no tiene nada que ver con mi imaginación,  fue una experiencia que viví hace unos meses y me motivó a trabajar en uno de los mejores cuentos que he escrito.

Hasta hace pocos meses yo vivía en la ciudad de Culiacán, Sinaloa. En una... Llamémosle colonia nueva. La mitad de mi vida la pasé entre esas calles, a veces ejercitándome en un parque púbico a la orilla de un río, otras veces yendo a los deportivos o usando las canchas para jugar fútbol. En otras palabras simplemente me dedicaba a vivir. Aunque dentro de cada actividad normal siempre existe otra un poco extraña y una de mis actividades extrañas es estudiar sobre el mas allá. Tengo amplio conocimiento sobre esos temas y lo mejor de todo es que contribuye mucho a mi inspiración cuando decido escribir alguna historia.

Unas semanas antes de partir de mi ciudad natal conocí a una joven mujer, a primera vista me pareció una persona interesante, jovial y buena. Sin embargo había algo en ella que no era normal. Esto llamó profundamente mi atención, así que decidí preguntarle "si creía en la magia", pero aclaré, que no como en la que se ve las películas, tipo Harry potter o el señor de los anillos, si no más bien una magia mas terrenal. Fue cuando le expliqué sobre las energías y las fuerzas dentro de un entorno. Al terminar mi breve explicación le enseñé un amuleto que siempre llevo conmigo: un Tetragramaton.

Aun recuerdo su expresión cuando le mostré mi collar. Acto seguido ella puso sus manos alrededor de su cuello y tiró de una cadena similar a la mía y me enseñó el mismo símbolo. "entonces si crees en la magia" le dije. Ella asintió pero no sabia el porque llevaba aquel símbolo, simplemente dijo que su madre se lo había dado por alguna razón. Yo sonreí y le pregunté sin dudarlo "¿pasa algo en tu casa? ella desvió la mirada pero sin saber a donde huir me respondió que "si" que pasaba algo y que no todos lo sabían, solo unas cuantas personas en las que incluyen a su madre, ella y desde ese momento yo. 

Su historia no tiene un comienzo ni un fin, sino más bien una serie de relatos que a mi parecer parecía una sopa de sucesos paranormales y mala suerte. Todo empezó tras la muerte de su padre y el traslado desde otra ciudad por parte de ella y su madre. Llegaron a la misma zona residencial que la mía a unas cuantas casas solamente. 

Su madre se encargó de la economía familiar. Para su buena suerte, la joven mujer con la que conversaba es hija única, así que solo se preocupaba por ella. Sin embargo tras unos cuantos años prósperos pronto todo comenzó a ir terriblemente mal: Su madre perdió el trabajo, ella tuvo que cambiar de institución estudiantil, debió trabajar para ayudar a su madre y las cosas dentro de su hogar se tornaron muy extrañas. 

"Define extrañas" le pedí. Ella respondió, que dentro de su casa había... Cosas, que no podía explicar a menos que estuviera allí. 
invadido por una curiosidad demencial, ignorando casi a la mujer que estaba frente a mi, sin pena, ni inhibiciones, le pedí cortésmente una invitación a su hogar para esclarecer un poco los hechos que le costaba tanto trabajo explicar.

Ella accedió y nos dirigimos a su casa.

Al bajar de mi auto y ayudarle a ella de igual manera, me quedé de pie viendo la propiedad. Una casa relativamente nueva que a su vez parecía más vieja, no por descuidos o falta de manutención, si no por ciertos elementos extraños que adornaban la fachada. 
Moho en las paredes, mucho polvo y grietas por la humedad. "Aquí hay algo" pensé y aun no entraba a la casa. Al cruzar el umbral de la puerta principal sentí uno de los ambientes más pesados que jamás presencié en algún lugar. Quiza tal vez en un panteón o una iglesia en la soledad de la noche, pero jamás en una casa... sin embargo era diferente, no era la casa, si no la presencia que allí habitaba  
Estando adentro hice un pequeño recorrido, la propiedad no era muy grande, así que en un simple escaneo pude ver todo el primer piso.

Caminé a la sala y justo encima del sillón principal estaba un espejo enorme  y largo, este reflejaba las escaleras, al estar frente al el, podía ver como por el rabillo del ojo ciertas figuras oscuras y pequeñas se movían por las esquinas de la casa y al mirar por el espejo sentía como si una figura malvada fuera a emerger desde las escaleras en cualquier momento. Era muy difícil mantener la vista en aquel objeto así que la desvié. caminé hacia el comedor y en el camino estaba un cuadro un poco dañado, lo palpe un poco y sentí que mis dedos se mancharon de una sustancia que no era visible pero los sentía un poco arenosos, como si se hubiera desprendido un poco de tierra de aquel cuadro. "Este cuadro ¿tiene algo raro?" pregunté, justo en ese momento se escuchó un zapateo que venía del piso de arriba, me dio escalofríos, pero me mantuve calmado (jamás muestres debilidad o miedo frente a esas cosas), "¿lo escuchaste?" me preguntó, yo levante mi dedo indice y le indiqué que guardara silencio, después asentí con la cabeza y le expliqué "que esas fuerzas están un poco alteradas porque saben que vengo a visitarlas, así que cualquier cosa que vea o escuche es algo normal"  ella no parecía tenerle miedo ya que en su explicación decía que era algo de todos los días. 

Me acerqué a la escalera y toqué la pared, sentía que tenía algo raro el lugar, "En ese lugar varia gente a visto una sombra"  me dijo. No me sorprendió, la carga energética era muy grande, pero no era el epicentro de esta, así que seguí subiendo. antes de llegar al final de esta, se encontraba al costado derecho colgados dos cuadros con el rostro de un hombre diferente en cada uno, "¿quienes son? pregunté. Ella me respondió que uno era su padre y el otro su tío (el hermano de su padre) ambos que en paz descansen. Una de las preguntas que nunca debes de hacer cuando te dicen que falleció un ser querido es preguntar de que, así que solo me limité a deducir un poco, que por respeto hacia aquella joven mujer no mencionaré en esta historia. 
Me quedé un largo tiempo mirando aquellos dos retratos, o por lo menos esa era mi percepción, probablemente solo pasaron unos segundos.  "¿Qué es aquella mancha del cuadro de tu tío?" pregunté al ver una mancha de color azul que descendía desde el ojo derecho del retrato hasta el marco inferior.

"Cuando falleció mi tío colgamos este cuadro, un mes después murió su hermano y le salió esa mancha que parece una lagrima pero hasta la mitad, después cuando falleció mi papá la mancha avanzó hasta cómo está ahorita"

Cuando terminó su explicación miré de nuevo el retrato de su padre y me convencí que el problema no era la casa... si no aquella persona. Al estar en un estado de concentración total viendo el retrato, escuché el rechinido de una puerta, giré mi cabeza al lado izquierdo y vi una habitación completamente oscura a pesar de ser las dos de la tarde. Tragué saliva porque creí que algo saltaría desde debajo de la cama, una cama que no tenia roda-pie y debajo de ella las sombras eran profundas, no se veía nada. Debo confesar que comenzaba a ponerme nervioso ya que no era (ni soy) ni un santero, un caza fantasmas o algún tipo de exorcista, solo tengo percepción extra sensorial y una afinidad hacia el ocultismo. 

Subimos las escaleras y pasamos a una de las habitaciones, Estaba oscura y no tenia muebles, solo una cama, un teclado y un oso gigante de peluche, no encendí la luz, me acerqué a un teclado que descansaba allí, lo encendí y traté de recordar los días en que solía practicar, toqué el tema "Promise" o por lo menos lo poco que recordaba, tratando de aliviar un poco mi tensión. "¿Pasa algo aquí?" preguntó ella. "No, en este cuarto de visitas no hay nada" 



Salí de la habitación y pregunté (con todo respeto y profesionalismo) si podía pasar a su cuarto, ella me dijo que no tenía ningún problemas, giré la perilla y al abrir la puerta me encontré con uno de los cuartos más inusualmente terrorificos. Estaba repleto de todo tipos de muñecas, de todos tamaños, formas y colores (muñecas de trapo, barbies, porcelana, bordadas, plástico). al ver esa escena lo único que se me ocurrió fue preguntarle "¿!como puedes dormir aquí?¡" lo hice en un tono de broma y al mismo tiempo de miedo y reprensión, a lo cual ella me respondió

"No puedo, yo duermo con mi mamá" tragué saliva y después de mirar por todos lados entré a la habitación, en ese momento escuché el mismo zapateo que presenciamos minutos atrás, pero esta vez venia del piso de abajo donde estuvimos minutos antes. Al mismo tiempo sentí que el ambiente comenzaba a perturbarse aun más y sentí mi pecho oprimirse y muchas nauseas. "Esto esta mal" pensé, pero no podía parecer afectado. Me acerqué a una repisa donde descansaban decenas de muñecas pero de todas sobre salia una, muy vieja... Siempre que cuento esta historia me refiero a aquella muñeca estilo Anabel, la de la película,

"¿Esta muñeca te la dio tu papá verdad? le pregunté, "si" me respondió ella "¿cuantos años tiene?, unos veinte, verdad"  "tiene dieciocho" contestó.
Aquella muñeca era parte de lo que pasaba en ese hogar, esa entidad que las atormentaba, si no en la muñeca, reflejada por lo menos, no se como explicarlo, sin embargo sabia que no era normal... en ese momento fue suficiente para mi, así que le pedí que fuéramos al piso de abajo. Sentía que mis energías comenzaban a desgastarse y el esfuerzo por haber estado en aquella casa fue agotador, como si todo el día hubiera hecho ejercicio a pesar de que solo estuve unos minutos. Una vez estando en el primer piso y descansar en su sofá, aquellas fuerzas seguían muy activas, yo tenia miedo porque apenas eran las dos de la tarde, no quería pensar como hubiera sido si hubiera decidido visitar aquella casa después de las seis de la tarde o quedarme en ella y esperar a que dieran las tres de la mañana.
Cerré un momento mis ojos y solo recordaba la oscuridad de debajo de aquella cama, entonces pregunté "¿aquel cuarto que no entramos era el de tu madre, verdad?" ella asintió y por fin pude hilar las cosas.

La mala suerte de tu madre, la muerte de tu padre y tu tío...¿tu padre que hizo? me pasaba por la cabeza pero no me atrevía a preguntar (jamás me atreví) solo pude decirle que su padre tenia algo, algún ente estaba adherido a el, que al morir paso a su madre y que en estos momentos estaba en el piso de arriba debajo de su cama, esperando a que ella llegara y se acostara para seguir consumiendo su vitalidad.
Al terminar de pensar en aquellas palabras escuché que la puerta de la entrada se abrió, era su madre, una mujer madura que por razones obvias se veía mayor y desgastada. estaba inclinada un poco hacia adelante como si estuviera cargando algo en su espalda.
Me presenté con mi optimismo característico y jovialidad, pero ella no pareció mucho interesarle, su mano carecía de fuerza y en sus ojos estaba un cansancio latente. Subió al segundo piso, encendió su televisor y se quedó en la cama o por lo menos eso fue lo que me dijo su hija.

Nosotros continuamos conversando en el piso de abajo y mientras hablábamos, arriba podíamos escuchar como su madre caminaba, en su habitación, le bajaba el volumen a la televisión para tratar de escucharnos y a veces abría y cerraba la puerta.
"Ay mi mamá, siempre se pone celosa cuando viene algún amigo" dijo ella.
"No te preocupes respondí, de todas maneras ya me tengo que ir, solo déjame decirte algo".

"No me atrevo a decir lo que hay en esta casa, no se si es un fantasma... o es un demo... otra cosa, solo te diré que yo no puedo hacer más de lo que hice en este momento, no se si sea bueno o sea malo ( mentí sabia que era malo, pero no quería perturbar más a aquellos entes) y no se cuantos sean, solo te diré que tengas fe, sonrías y cantes mucho, eso te ayudara" al terminar de decir esto le pedí un vaso con agua, caminamos a la cocina, me pasó un vaso con agua y me disculpó un momento, debía ir por algo a su habitación, subió al segundo piso y me quedé un momento a solas.

Me acerqué a la puerta que llevaba al patio trasero y sentí como se me helaba la sangre cuando vi, que sobre el muro, que separa la propiedad de los vecinos estaba un Cristo redentor, apuntando hacia la casa, y la ventada del segundo piso que tiene como vista la casa donde me encontraba, estaba sellada con una lamina de metal. comencé a temblar y di media vuelta, aquella joven mujer bajó y al verla me di cuenta que estaba igual de pálida.
"¿Que te pasa?" pregunté
"Mi mamá... desde que llegó, se quedó dormida, ella no fue la que hizo todos esos ruidos"
No dije  palabra alguna, solo dejé el vaso y le pedí que me acompañara a la entrada. una vez fuera me despedí.

Solo volví a ir a esa casa dos veces, jamás sentí de nuevo aquella amenaza como la primera vez, porque esos entes sabían que yo a final de cuentas era inofensivo, nunca entré de noche de cualquier manera y conforme pasó el tiempo aquella mujer y yo nos volvimos muy amigos.
Un día ella me confesó que le caía mal a su mamá, y se le hacia extraño porque yo era muy bueno y jamás le hice nada.  Sin embargo yo sabía que lo que decía su madre no venia de ella, si no de aquel ser, aquel parásito que sigue viviendo a causa de las energías de su madre y quizá cuando aquel ente haya comido lo suficiente buscará a otra persona...

Solo pido a dios que se olvide de mi o de aquella joven mujer que hasta el día de hoy considero una gran amiga.

Y así amigos míos doy por terminado un relato curioso que dio vida a uno de mis cuentos más queridos llamado "Del otro lado"

La inspiración no llega sola, hay que buscarla y cuando la encuentres no la dejes ir. 
King Feria.

Trucos para escribir y concentrarse

Todos los amantes de la tinta y el papel tenemos trucos propios para concentrarnos, incluso yo en este momento estoy llevando a cabo alguno de ellos que te voy a compartir y ya decidirás si a ti te sirven de la misma manera en que me han servido a mi.

Mi récord de palabras en un día ha sido de 5 mil en aproximadamente unas dos horas de escritura continua, sin pausa, sin distracciones, a la luz de la luna, escuchando canciones que me lleven a otros mundos y por lo regular el sonido de la lluvia golpeando mi ventana. Pero estamos de acuerdo en que esto último no siempre es posible, así que me vi en la necesidad de encontrar un simulador de lluvia que me ayudara a sacar a flote mi mejor lado como escritor.

                                                        http://www.rainymood.com/

Esta web a sido mi compañera desde que era un estudiante, aumentaba mi nivel de concentración cuando necesitaba estudiar para un examen importante, hacer una tarea, o escribir por pasión. 

Otro de los métodos que uso cuando saco mi lado creativo es escuchar música. Pero no cualquier tipo, claro que el rock o el metal me encantan al igual que la música clásica, aun así cómo lo he dicho antes, la pieza musical debe transportarme a otros mundos es por ello que siempre escucho bandas sonoras de películas o videojuegos enfocados en el tema que estoy tratando de escribir.

Casi siempre empiezo con este:



Todos tenemos nuestros propios trucos, estos son los que yo uso para inspirarme, hay más claro y en una futura entrada seguiré compartiendolos.  les mando un saludo y un fuerte abrazo.

King Feria.


Blog a mi bienvenidos

Bienvenidos a mi Blog.


Historia de los olvidados es un espacio donde traigo al alcance de ustedes una parte de mi, de mi ser, gustos, experiencias, relatos, historias y demás. Como un diario o una novela interminable, donde todos tienen su lugar y conforme vaya llenando sus páginas dejaré una parte de mi ser dentro de el. 

Soy escritor novelista amateur, tengo una novela escrita y por lo menos una docena de cuentos largos, cada tanto tiempo los iré compartiendo y espero que les guste, sin más que agregar una vez más les doy la bienvenida. 

king Feria.