jueves, 13 de agosto de 2015

El cuarto oscuro Fragmento.

Todos los días escribo, a veces mucho a veces poco, lo importante es seguir escribiendo. Como lo he mencionado antes: Soy novelista así que constantemente trabajo en mis obras, en estos momentos estoy trabajando en la segunda parte de Doctor Cosmo, por lo que me cuesta mucho escribir otras historias o artículos, sin embargo hay una bastante especial que es parte de la mitología que estoy construyendo, dejaré un fragmento de aquel cuento solo para su deleite, espero y en unos pocos días pueda subir la versión final.

El cuarto oscuro 

No suelo creer mucho en los sueños más allá de que son una representación abstracta de los deseos ocultos que todas las personas tenemos.  A veces sucede que soñamos con la muerte de un ser querido, pero esto no quiere decir que es parte de alguna fantasía, si no meramente la relación que tuviste con aquella persona en algún punto de tu vida y lo relacionaste con tus propios temores.
Sin embargo existen ciertos elementos que hacen del mundo onírico una ventana hacia el futuro u otras dimensiones… no debo mencionar esto abiertamente ya que si alguno de mis colegas de la universidad lo escuchara perdería toda mi credibilidad como doctora, especialista en la demencia humana.  A pesar de mis esfuerzos por intentar encontrar alguna pisca de raciocinio no lo he podido lograr y no quisiera pero estoy completamente segura de que Damián tiene algo que ver.  Ya que desde que aquel niño pisó mi consultorio no he parado de soñar con… eso… aquella figura humanoide.


Todo comenzó hace nueve días exactamente, cuando recibí una llamada del doctor Juan Méndez pidiéndome un favor muy especial. Estaba un poco intrigada porque jamás había sido requerida por mi colega. Me invito a tomar una taza de café en alguna de nuestras horas de descanso, a decir verdad me parecía muy bien, parte por mi curiosidad de lo que tenía que decirme y parte porque siempre se me había hecho un hombre bastante atractivo.  Acepté y unas horas después estábamos sentados frente a la universidad en un pequeño puesto de expresos.  Me encontraba sentada  frente a una mesa bajo una gran sombrilla que cubría los radiantes rayos del sol de verano, mientras que Juan se acercaba con dos tazas de café, una en cada mano. Al ponerla frente a mi tomé el sobre de azúcar y lo vertí, Juan me ofreció el de crema pero lo rechacé, comencé a revolver mi bebida y cuando estuvo lista di un sorbo, el hizo exactamente lo mismo. Le temblaban las manos, parecía nervioso, o mejor dicho ansioso, como si no fuera la primera taza de café del día, tenía unos sacos ojerosos muy marcados a causa de la constante falta de sueño. Estaba tan concentrada apreciando los detalles de su aspecto que ignoré que había estado llamándome desde hace unos segundos.

Fragmento del cuento: El cuarto oscuro.

King Feria.

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